lunes, abril 07, 2008

Hace mucho tiempo, en un lugar muy lejano...

Echemos a volar la imaginación...

Érase que se era un pueblo primitivo que había descubierto la escritura en tiempos pretéritos. Como los tiempos eran realmente pretéritos, llevaban años escribiendo en pequeñas tablas de piedra, al estilo Moisés, pero con martillo y cincel, que las zarzas en llamas iban caras y nuestros amigos no tenían dinero (como que no se habia inventado).

Pero los tiempos pretéritos pasan (supongo que luego vienen los tiempos "téritos") y la tecnología avanza a pasos de gigante, así que un buen día un ingenioso inventor térito, de los téritos de toda la vida, concibió un nuevo medio de escritura totalmente revolucionario. A partir de algunos ingredientes vegetales, logró hacer láminas ligeras que se podrían impregnar con alguna clase de pigmento. Nuestro amigo estaba desbordante de alegría por su descubrimiento, y allá fue, desborda que te desborda a ver a los escribas.

Como nuestro hombre era altruista, y recordemos, térito, no estaba familiarizado con el concepto de patentar su idea para recibir regularmente raciones de carne, carretas de mujeres y barriles de hidromiel (o lo que quiera que trasegasen los Téritos para ponerse cariñosones). No, en su ingenuidad él sólo pensaba en cuanto mejoraría la calidad de vida de sus colegas escribas, que por aquel tiempo sufrían curiosas enfermedades laborales como hernia de disco y amputaciones de dedos, así como los menos importantes pero igualmente fastidiados martillazos crónicos.

El gremio de escribas era particularmente sensible a los temas de los accidentes laborales, por lo que organizó un comité encargado de la evaluación de la nueva técnica. Los miembros del comité escucharon entusiasmados la exposición del genial inventor. Cuando llegó el turno de ruegos y preguntas, el portavoz del comité decidió que su amplia experiencia como escriba para iluminar el desconocimiento del inventor sobre la vida diaria de los escribas, y le propuso un par de mejoras:
- Bueno, chico, ese invento tuyo nos va a venir de coña. El asunto promete, pero verás, siendo tan ligero, cada vez que sople un poco de viento nos va a volar todo lo que llevemos escrito y eso no puede ser, ¿verdad, chaval? ¿Que te parece si añadimos a tu mezcla un poco de barro para que lo endurezca y no vuele?
- Pero, señor, la ligereza es una gran ventaja. Las hernias de disco...
- Si, bueno, tampoco hay que exagerar, ¿eh? Toda mi familia lleva generaciones siendo escribas y tampoco les ha ido muy mal.
- Pero las cosas podrían estar mejor...
- Tonterías, chaval. No me vas a enseñar a hacer mi trabajo a estas alturas...
- Bueno, de todas formas, señor, la ventaja principal de este nuevo material es la rapidez y facilidad de escritura...
- Ahora que lo dices, sobre eso... Verás, los chicos llevan toda la vida manejando el cincel y el martillo, y no se hacen a la idea de menear una plumita con la muñeca. Además, no nos fiamos de ese mejunje tuyo para escribir. Todo el mundo sabe que la piedra dura toda la vida, pero, ¿cuánto puede durar la tinta? ¿Podría hacerse algo para seguir usando el cincel y el martillo?

Inventor y miembro del comité
¿Podéis diferenciarlos?


- Ya, aunque con mi sistema podríamos escribir diez veces más rápido.
- ¿Y si lo terminamos todo y ya no queda nada que escribir? ¿Quieres que nos vayamos a la calle?
- Pero... ¡Los dedos amputados!
- Bueno, chaval, ¡las cicatrices dan carácter! Son la señal de orgullo de un escriba. Imagina lo que se iban a chotear los del ejército si no tenemos ninguna... Anda, sé bueno y haz lo que te dicen.
- Eeehh... bueno, supongo que aprovechando la nueva capa de barro se podría grabar en ella cuando se endurezca...
- ¿Ves chaval? Si es que los inventores estáis todo el día en las nubes... Si os hacemos el trabajo nosotros. Mira que vivís bien...

Ah partir de aquí, el inventor solo balbucea ininteligiblemente. Finalmente, tras varias reuniones con el Comité de Escribas, varios meses de desarrollo sobre el primer prototipo y a costa de la salud del inventor, aparecieron en el mundo Térito las nuevas y mejoradas "Tablas 2.0", con un peso del 75% del modelo anterior, grabadas a cincel y una durabilidad significativamente menor.

¿Que esta historia os parece una soberana gilipollez? Pues explicádselo a... ¡LOS BURÓCRATAS! Esos seres misteriosos, descencientes directos de los escribas que acumulan el poder y la sabiduría en nuestros días. Si tenemos un formulario en papel de tamaño A3 o A2 y queremos plasmar eso en una pantalla, en una aplicación, ¿para qué vamos a aprovechar las ventajas que ofrece la informática con respecto al papel? Pestañas, botones siguiente/anterior... Como diría Rober Bodegas: "Chaval... ¿tas tonto?". Mejor plasmarlo todo en una única pantalla de ordenador, con una letra tan enana que no pueda verse... ¿Para qué vas a cambiar algo que funciona? ¡Pues para mejorarlo, coño! Para hacer una cutre imitación de lo que tienes, pedazo de melón, quédate con lo que ya tienes...

Un conocido burócrata...


¡Pero todos sabemos cómo son
los burocratas en realidad!


Me temo que o mis interlocutores acaban en la morgue o yo en un sanatorio psiquiátrico.

Y como decía un gran locutor de la radio "Cualquier tiempo pasado fue pretérito".

Ahí os queda esa perla de sabiduría...

2 comentarios:

kurisu neko dijo...

Lo primero: como siempre, me encanta que nos llevas por una historia bien estructurada, luego nos haces intuir por dónde vas con grandes dosis de sarcasmo -en el estilo de Fuckowski, o incluso Reverte-, y al final te desahogas para gran alborozo del público, que ve confirmadas sus sospechas de dobles sentidos y se congratula y al tiempo se identifica contigo.
¡Qué gusto que estés de vuelta!

Anónimo dijo...

Muy bueno :D