sábado, noviembre 04, 2006

Superpoderes y monopolios

Me llamo Storm, Jonhy Storm. Para aquellos de vosotros que no sigan habitualmente los comics, soy la Antorcha Humana, de los Cuatro Fantásticos. La historia dice que conseguí mis poderes con una explosión de rayos cósmicos, pero no es la única forma.

A lo largo de la historia ha habido diversas encarnaciones de la Antorcha Humana, empezando por lo que se llamó la Edad de Oro de los Cómics, allá por los 40. Era otro tipo con los mismos poderes, que tenía historietas en las que salía un recién nacido Capitán América repartiendo toñas a los nazis. No recuerdo de donde salieron los poderes de esta Antorcha, pero me jugaría algo a que fue el clásico recurso de un experimento y voilá! poderes en su punto. Después de que este personaje cayese en el olvido, nací yo, allá por el 63, dentro de los Cuatro fantásticos, de la mano de Stan Lee y Jack Kirby. Ahí aparecieron los rayos cósmicos que me convirtieron en un zippo humano, hicieron a mi hermana invisible, a su novio de goma y a un colega de roca... Historia conocida por todos o fácilmente consultable en wikipedia.

Lo que yo no sabía es que en el mundo moderno ha habido más casos. Dejaremos de lado a la gente que se quema a lo bonzo, puesto que el fuego debe provenir de dentro. Existe el caso de un joven que lograba inflamarse las noches de los jueves. Según nos relatan, la ingesta de un determinado número de copas hacía que su piel rozase la incandescencia, a punto de encenderse. Sin embargo, parece que la pérdida de conciencia que provoca el alcohol evitaba que este muchacho pudiese tomar control completo de sus poderes (por suerte para mi monopolio).

El problema es que el dueño de este espacio también amenaza mi posición. Con la inestimable colaboración de uno de sus profesores ha ido desarrollando una quemazón tal que ya arroja llamas por los ojos, y está a un punto de poder arrancar el vuelo al grito de "¡Llamas a mí!". Y no os esperéis otro experimento científico con el pobre Haruma de voluntario, no. El profe lo ha conseguido por sus santos cojones, avivando las llamas a golpe de agravio comparativo y puyas, para ver si logra que el chaval salte. Pero lejos de saltar, el tío se muerde la lengua, y ya va más quemado que el fondo de la sartén de la abuela.

Así que, si lo véis por la calle, tened cuidado, el día menos pensado reduce una manzana entera a cenizas de pura mala baba.

O eso o me quita el puesto, y a mí me gusta ser el ligón del grupo.

¡LLamas, a mí!

Desaparecido en combate

Una mañana de julio me despertó una llamada:
"Soldado, el tío Sam le necesita. Su misión, si decide aceptarla, consistirá en infiltrarse tras las líneas enemigas para reparar el derivador de forlayos y reajustar el condensador de fluzo. Una misión rutinaria".

Me habían pillado dormido, así que balbuceé algo sobre consultarlo con mis superiores, que opinaron que la nueva misión podía curtirme un poco, así que decidí aceptarla.

Mis primeros días sobre el terreno eran como la llegada de Forrest Gump a Vietnam: playa y barbacoas, y el teniente Dan enseñándome el cotarro: "Coser y cantar muchacho. Tú pégate a mi culo y saldrás de aquí entero y con material para entretener a tus nietos".

El teniente Dan asomaba poco la nariz, pero mis compañeros me comentaban que tenía muchas responsabilidades con las altas esferas de oficiales, y yo me preguntaba como se supone que iba a arreglar el derivador de forlayos desde la playa.

Asi transcurrió el tiempo. El clima era agradable y los Charlies no parecían tener interés en molestarnos: estábamos de veraneo. Entretanto, yo estudiaba concienciudamente los planos del condensador de fluzo y del derivador de forlayos, memorizando coordenadas, circuitos puntos críticos e incluso el número de tornillos de cada uno. Principalmente, se trataba de tener la conciencia a raya.

La primera señal de alarma llegó con un fallo eléctrico. "Mierda, sin luz no puedo estudiar los planos. Esperaré a mañana". Pero durante un par de semanas ya no amaneció. Esto tenía que ser un nuevo truco de los Charlies, al fin y al cabo, no serían tan torpes los nuestros como para cortarnos la luz y arrojarnos una cortina de humo, ¿no? Con esto sí que la habíamos jodido, ya ni siquiera podía callar mi conciencia, que me repetía que no hacía nada. "Bueno, de los Charlies que se ocupen los demás. Yo sólo vengo a por el derivador de forlayos".

Cuando se hizo la luz, el teniente Dan asomó por allí. Repartió palmadas en la cabeza, sonrisas y confianza. Luego se encaminó a mi y me preguntó por el estado de los forlayos y el fluzo.
"Verá señor, que aquí no se veía tres en un burro, y los cacharros están veinte kilómentros adentro del territorio enemigo..."
"Bueno, chico, un fallo lo tiene cualquiera. ¿Quién no ha confundido alguna vez un objetivo? Una putada lo de dos semanas en el dique seco. Por cierto, los forlayos y el fluzo, para el jueves, gracias, que atacan los Charlies los necesitamos operativos.
"Jefe, ¿y a quién manda conmigo?"
"Estamos escasos de personal, así que te vas tú con tu maletín de herramientas, un machete y tus dos cojones"
Peor compañía había tenido en otras ocasiones, así que con resignación comencé a avanzar por territorio enemigo, metro a metro, metido en barro hasta las cejas.

El tedio inicial se volvió locura cuando comenzó la ofensiva Charlie. Perdí la cuenta de los enemigos que tuve que despachar a machete, con el corazón marcando nuevos récords de velocidad y potencia. "Si salgo de esto, invento el motor a adrenalina". Cuando todo parecía perdido oí una voz familiar que me llamaba:
"¡Arriba, chaval! Yo te cubro, tú dale al fluzo". Era el teniente, fusil en ristre y rodilla en tierra, noqueando Charlies según asomaban la jeta, y yo con un destornillador, un alambre y un palillo reparando millones en tecnología militar...

Los minutos se alargaron hasta pesar como días, y habría perdido la cuenta del tiempo que pasó si alguna vez la hubiese llevado. Mis manos operaban en modo automático, mientras que lo único que percibía del exterior era el tronar del fusil del teniente, que ya sonaba cansado.

"¡Eureka!". En medio del éxtasis ya alucinaba con un Arquímedes vestido de Rambo, pero lo había conseguido, el condensador de fluzo ya estaba alineado con los satélites. Sólo quedaba el derivador de forlayos...

Mientras nos arrastrábamos semiinconscientes hacia las coordenadas marcadas, el teniente hacía recuento:
"¡Mierda! Sólo me queda un cargador. Espero que no tardes mucho..."
Genial, menos mal que no me metía presión, el jodío. Hecho lo del fluzo, el derivador de forlayos era rutinario. Aprieta un tornillo, enrrosca el alambre, pinza el reset con el palillo y haz un puente con tu propio empaste sujetado por un chicle.
"¿Funciona?"
"Sí, aunque el canal plus no lo decodifica..."
"¡Dita sea! A ver quien aguanta al pelotón sin porno... Venga, vámonos cagando leches..."
[...]

Conclusiones de mi experiencia:
- Cuando las cosas se ponen feas, descubres lo sumamente productivo que puedes llegar a ser.
- Aún queda algún jefe que se moja el culo en las trincheras, aunque estén en vías de extinción.
- Cualquier solución bajo presión funciona, pero ten por seguro que volverá para atormentarte en las noches de tormenta.
- Tener los huevos de corbata tiene dos efectos colaterales: te molesta al tragar saliva y te impide escribir un blog.

Ahí os queda eso

sábado, octubre 14, 2006

Prostitución cultural (2ª parte)

En episodios anteriores había esbozado en qué caldo de cultivo se mueven la cultura por estos parajes. Me dejé llevar por ese esbozo y terminé por dedicarme sólo al terrorismo lingüístico al que unos pocos están sometiendo a mi lengua natal. En realidad, todo aquello no era sino una introducción al tema que quería atacar, y que luego tuvo que ceder el paso a alguno que otro que se me cruzó entre ceja y ceja.

Llamémosle prostitución cultural, intento de timo o sablazo en toda regla. En cualquier círculo en el que nos movamos siempre hay gente mediocre (cuando no completamente inútil) y avispadilllos que gustarían de trincar cuanto pudiesen sin tener que ganárselo. Estos dos perfiles son realmente terribles cuando coinciden en tiempo y espacio para habitar el cuerpo (o lo que queda de mente) de alguna persona. Así, la mediocridad de nuestro sujeto le impide destacar en su campo, o simplemente ganarse los garbanzos. El recurso lógico sería el suplir la falta de talento con trabajo, para conseguir la superación personal y profesional, o abandonar dignamente el campo en el que nos movemos, en lugar de tratar de calzarse un sombrero tres tallas más grandes.

Nuestro querido "artista", sin embargo, ha descubierto la lucrativa "opción C": ¿por qué no aprovechar la estupidez y falta de valor del que corta el pastel? A lo que antes era una obra mediocre, se añaden unas pinceladas de cultura local (convenientemente adulterada para barrer hacia casa del patrón) y trincamos de la saca como paladines del resurgimiento cultural autóctono.

Y algunos estudiando carreras o trabajando catorce horas diarias, cuando la solución es tan fácil. Si escribes una mala novela, tradúcela al gallego, que tendrá más salida. Si pintas un cuadro infumable véndelo como alegoría de a)El Prestige b)La opresión centralista c)El daño que han causado los incendios. Lo mismo sirve para escultura y demás manifestaciones "artísticas". Ni siquiera tienes que dominar ninguna disciplina: haz lo que te venga en gana y di que es una "performance" sobre "el patético lirismo de la angustia vital de la mariscadora ante los vientos del mar, con la emigración como telón de fondo", o alguna que otra gilipollez. Recuerda que se cual sea el tamaño de la estupidez, siempre puede ser superada por la de un concejal, conselleiro, delegado... con un talón oficial de gastos a su nombre. Sólo tienes que envolverla en palabras grandilocuentes vacías y ponerle un lacito.

Mira que pronto hemos acabado con la pobreza en Galicia (fumándonos cualquier principio de conservación, que seguro que también abundan en economía). Así, estas dos figuras, el artista-oportunista y el político-gañán entran en un circuito de retroalimentación que les lleva a niveles estratosféricos de estupidez e hipocresía. Uno no va a morder la mano que le da de comer, y se cuidará de lamerle el culo. El otro se ve atrapado en el síndrome de "Traje del emperador", y para no desentonar, corresponde a la lengua de su colega con la propia. Y así a lo tonto hemos redefinido el sesenta y nueve.

Ahora bien, cuidado. Esto está encuadrado en Galicia, porque es lo que yo conozco, pero echad un ojo alrededor, y veréis que toda España es a la cultura lo que Marbella al urbanismo. Hoy mismo he oído un comentario sobre los libros que concursan al premio planeta, que venía a decir: "... hay un poco de todo, pero abunda la temática sobre la Guerra Civil y el franquismo..." (traducción libre). Ah, el franquismo, ese bello comodín para cualquier obra de timo cultural. Ya podemos ver venir las exaltaciones de lo buenos que eran los republicanos, ya veo a ese Darth Vader comandando a los nacionales, fusilando a todo el que asomaba la cabeza, mientras nuestros héroes contestan a las balas con un "qué malo eres" y heroicas victorias en inferioridad numérica pero disparando siempre de frente. Claro que nunca fusilaron, torturaron, saquearon ni violaron. Eran los buenos, por Dios. No hay más que ver en cualquier peli de Disney que los buenos no hacen esas cosas...

Tampoco está nada mal esa medida propuesta de cobrar más caras las pelis extranjeras. Pase que el cine americano intenta arrasar por avalancha todo lo que coge por delante, pero no se trata de eso. Mal que les pese a los "cineastas" patrios, ellos no están moviendo un dedo por dar al público lo que quiere, porque la parte de industria de su negocio se lo pide. ¿Pretenden acaso que vayamos a ver pelis de las que normalmente pasaríamos porque no nos alcanza para la que queremos ver? Hombre, las ofertas siempre han hecho furor en este país, pero creo que son demasiado optimistas. Mejor no sugerimos que intenten conectar más con el público, ¿no? Porque aquí nuestros compadres juegan con la bicefalia del cine: "es arte, así que mis principios no me permiten cambiar mi obra..." y "es que así no hay forma de ganar dinero...". Pongamos las cosas claras, si lo que te importa es tu arte, echa un ojo a la cantidad de artistas que murieron de hambre o que malvivían o trabajaban en alguna otra cosa para pagarse el almuerzo. Si lo que te importa es la industria, oferta y demanda, amigo. Da al público lo que quiere a un precio que esté dispuesto a pagar y que te dé margen de beneficios. Tampoco es tan difícil, pero requiere la palabra maldita: trabajo. Y más aún, ingenio, dedicación, inventiva, coraje, riesgo... Mejor darse al timo.

La verdad es que para hacer todo esto más honrado, deberíamos dejarnos de tanto encubrimiento cultural y hacer de España aquello que se ha ganado a pulso: el nuevo valle de San Fernando. Así tendríamos una sana y honrada industria del porno que alimentaría a nuestros "artististillas". Al fin y al cabo la mediocridad de nuestros escritores bastaría para los guiones. Tenemos suficientes directorzuelos para abastecer a la mitad del mercado mundial y actores... si no nos importa el toque "gonzo" tenemos suficiente material. Al fin y al cabo, todos estos "profesionales" ya tienen dominada el arte de la felación.

Y ahí tenéis la pregunta de la semana ¿arte mediocre o porno honrado?

jueves, octubre 05, 2006

Apnea

Manteniendo el tono informal que me caracteriza me voy a saltar olímpicamente la definición de apnea (si tenéis curiosidad mirad la Wikipedia). Así por encima, podemos decir que la apnea es un trastorno del sueño que consiste en dejar de respirar durante determinados intervalos de tiempo. Es decir, tú respiras feliz a tu ritmo y de repente... ¡ahora no! Y te tiras puede que incluso un minuto hasta que se te da por recuperar el ritmo. Los médicos achacan a la apnea un buen montón de trastornos vitales, puesto que por lo visto no descansas nada bien si te pasas toda la noche respirando como el intermitente de María (ahora sí, ahora no). Es decir, que aparte de ir asociado generalmente a los ronquidos, puede ser una pequeña putada cotidiana.

¿Y para qué os cuento esto? Estoy tentado de montar una encuesta, creo que las opciones más votadas serían que quiero montar una asociación de afectados y desfalcar la tesorería o que ya se me ha acabado lo que quiero contar y para llenar el vacío busco en las enciclopedias. Si esto último es cierto, tened miedo, apnea aún está en la "A".

No, no se trata de ninguna de esas cosas. Sí es posible que padezca apnea puesto que por lo visto ronco en plan gran Caruso, capaz de romper cristales. La que si que me lleva un tiempo tocando la moral es la "apnea vital", término que acabo de acuñar para describir en general el ritmo de mi vida. Resumiendo, el sujeto de nuestro experimento tiene su vida montada y organizada, pero a intervalos semirregulares tiene que interrumpirla, con el consiguiente malestar acumulado cuando se restablece de nuevo. Las interrupciones duran generalmente poco (dos días) y no son muy frecuentes (unas dos al mes), pero de vez en cuando pueden llegar a los 15 días, e incluso se tiene constancia de casos de dos meses. Os podéis imaginar que el ronquido al volver a respirar alcanza algo así como un ocho en la escala Richter, con lo que a la jodienda del vita interrupta hay que sumar un jet lag proporcional a la duración del parón.

A estas alturas puedo decir y tengo ganas de gritar que estoy hasta las narices de tanto ligero y sabroso paréntesis. Si quiero parar, quiero parar cuando yo lo decida y para lo que yo quiera. Lo que no me apetece lo más mínimo es perder de vista a buena parte de mi gente más querida a intervalos regulares, sobre todo durante esa época en la que prefieres estar con ellos. Estoy harto. Creo que mi cordura aguantará este año, pero no prometo nada a partir de aquí, así que ya he sacado los planos azules y me he avalanzado sobre ellos para ir trazando las líneas maestras de un plan que me permita vivir de mí y para mí desde dentro de unos meses.

Rendir cuentas ya no mola. En estos momentos sólo hay dos personas a las que esté dispuesto a darle explicaciones de mi vida, y a los dos nos trae sin cuidado. Lo mejor que se puede sacar de todo esto es que he decidido dejar de ir de copiloto y conducir, para variar. Lo malo es que estoy roto después de años de no descansar debidamente por la jodida apnea...

Si no me quedo dormido al volante, este promete ser un gran año. Manténganse a la escucha.

jueves, septiembre 21, 2006

Carpintería cuántica y deidades ociosas

Hoy vamos a analizar tres conceptos similares en la filosofí­a de vida del pringao. A saber: la teorí­a del tablón (cósmico), el capullo del matasuegras y el "reality check".

Los dos primeros se los tomo prestados a un colega, que la sabidurí­a que se encuentra entre amigos pertenece a todo el grupo.

La teorí­a del tablón cósmico viene a decir que (según mi interpretación personal) por cada persona, existe un tablón de dimensiones respetables y consistencia dolorosa girando en el espacio, la cuarta dimensión, el universo rápido o donde quiera que se vayan los tablones a tomarse cañas. Tú no lo ves a él, pero el sabe donde estás tú. Sigues con tu vida feliz y, cuando parece que lo tienes todo encarrilado, el jodí­o tablón entra en barrena y adquiriendo incandescencia al penetrar en la atmósfera (¿por qué cojones no se quema?) viene girando a plantarse sobre to cráneo, dejándote cara de gilipollas y un chichón de órdago. Para cuando vuelves a ser persona (si tal era tu estado anterior), tu castillito de naipes se ha ido a tomar por culo, y vuelta a empezar, que Sí­sifo sentó escuela.

Tenemos a continuación al capullo del matasuegras. Ésta es una teorí­a ligeramente más cí­nica que la anterior, y si la otra era fí­sica, esta es teológica. Dice la hipótesis que plantea mi colega que Dios (el de los cristianos o el que rija) se pasa el dí­a sentado con un matasuegras en una mano y una carraca en la otra. Como no tiene tele se dedica a espiar lo que hacemos (según de la versión de mi colega, a él) y como de haber tele, mejor interactiva, el manda un politono para que te nominen a joderla bien jodida. Puedes reconocer que te ha hecho la cama porque en ese momento el amiguete agita la carraca y toca el matasuegras entre carcajada y carcajada. Ese atronador sonido que nadie más oye te vuelve como can hidrofóbico, y quién esté a tu alrededor puede ver que los ojos se te inyectan en sangre y tu boca mana espuma. Puestos a dibujar más el retrato del capullo del matasuegras, yo me lo imagino como el "Dios mí­o" de "El Jueves". Cada uno a lo suyo.

Por último tenemos el "reality check". Según he leí­do en alguna parte (en este momento me es imposible poner el link), un "reality check" es una técnica para intentar adquirir conciencia mientras sueñas y tener así­ sueños lúcidos (esos en los que haces lo que te de la gana con sólo pensarlo). La técnica consiste en comprobar periódicamente algún detalle trivial de tu vida, puesto que como los sueños son cambiantes, puedes detectar que no estás despierto y así­ llegar a la conciencia... Pero fuera de Matrix, un "reality check" tiene una dirección idéntica pero un sentido inverso. Es decir, es la realidad la que decide que espabiles, y como no fue a la escuela de pago, te lo comunica con un amable bofetón capaz de los de seis dedos. Es lo que tiene la realidad, muy buenas intenciones pero unos modales un tanto rudos...

A la pregunta "¿Pa que coño nos cuenta tres veces la misma cosa?", el autor responde que porque hoy ha tenido un reality check de órdago, y el polí­grafo dice... que a las tres de la mañana no son horas de trabajar. Expliquémoslo mediante una pequeña metáfora.

Hoy ha venido un señor muy amable y me ha dicho que si construyo un castillo de naipes en dos horas y pico y le enseño los papeles del seguro, el me da un premio que me hace falta y mucha ilusión, y que además podré no volver a hacer castillos de naipes nunca más si no quiero. Como parece un chollo, acepto. Los papeles del seguro ya están a punto y comienzo con el castillo, que dejo niquelado en hora y media. El señor generoso está ocupado, así­ que me tiro la siguiente hora y pico rascándome por donde me apetece, amén de velar que una ráfaga de aire no me joda el castillo y que los papeles estén en regla. Cuando por fin aparece el amiguete, me dice que los papeles preciosos, pero que al castillo le falta una carta en la base, y que así­ no vale. Yo le hago notar amablemente que ya no tengo cartas ni tiempo, que me doy cuenta y sé como subsanarlo, pero que si quito cualquier otra carta, el castillo se va a tomar por culo, y mejor adosado en mano que palacete volando. El hombre expone amablemente que ajo y agua y que tome viento que él invita. Hasta aquí­ hemos llegado y vuelve para la siguiente edición del concurso.

Nos ha jodido. Y así­, con esa cara de tonto, veo de reojo como la realidad se está frotando la mano, que se le ha quedado caliente del "reality check" que me ha dao. Que seguro que se lo manda el capullo del matasuegras porque el tablón perdió el puente aéreo y lamenta no estar para darme el finiquito. Supongo que no valdrá de mucho que a estas alturas del partido le explique al trí­o arbitral que esa mí­sera colleja que no se han resistido a mandarme me ha jodido los planes para todo el año que viene, así­ que toca resignarse y empezar a colocar cartas de nuevo, en 3-D y con lucecitas.

Por cierto, ¿alguien sabe cómo mantener a raya un tablón que se precipita sobre tu cabeza a una velocidad próxima a la de la luz en el vací­o? Y ya puestos a preguntar: si un tablón estándar puede pesar unos diez kilos y se desplaza a la velocidad de la luz ¿por qué me golpea sólo a mí­ y no hace un cráter donde antes habí­a un planeta? El colega Einstein dice que a la velocidad de la luz, la energí­a es infinita, y no voy a ser yo el que contradiga a un caballero tan bien peinado.

Si alguien quiere explicarme algo sobre la dinámica de la madera con cinética lumí­nica, bienvenido sea. Mientras tanto me he comprado un paraguas, que siempre es mejor que nada.

Agotamiento mental

¡La vida pirata es la vida mejor!
¡No hay que estudiar!
¡Ni trabajar!
¡Con la botella de ron!

Esta alegre incitación al alcoholismo es una canción de acampada de mi tierna juventud, pero resume lo que mucha gente piensa de la vida de estudiante. No es que sea el trabajo más duro (suelo decir que me dedico a esto porque me da pereza colocar ladrillos), pero también tiene su miga. Cierto, no tienes que cargar pesos como una mula, pero implica un desgaste mental nada despreciable.

Mi carrera es una ingenierí­a (aunque no de las clásicas). En ingenierí­a, la el tiempo se convierte en un ciclo infinito: te proponen un problema, te descuernas hasta encontrar la solución, la construyes y disfrutas tu miniorgasmo antes de que caiga el siguiente encargo. Ésta es la principal fuente de dolores de cabeza, puesto que una vez planteado el problema se vuelve casi imposible desconectar de él (al menos durante un periodo de tiempo razonable). Se sabe de gente que sueña con el problema, e incluso alguna vez sueña la solución. Tenemos pues que durante la fase de búsqueda de la solución no hay descanso para tu pobre cabecita, pero el segundo gran problema viene dado precisamente por ser estudiante.

Este segundo gran problema se llama continuidad. Tal como están diseñados los cursos, una vez acabas de solucionar un problema (siempre con fecha lí­mite) ya te han planteado el siguiente. No hay descanso, nada de recobrar el aliento. Además, a poco que seas un pelí­n mediocre (los de la mitad de la tabla, saludemos), vas arrastrando una propinilla para septiembre, con lo cual consigues que tu nivel de esfuerzo/concentración nunca descienda de un mí­nimo. En mi caso llevo entre seis y siente años sin un descanso verdadero que dure más de un par de dí­as, y me he dado cuenta de que eso me provoca un cierto bloqueo intelectual. Es tan frustrante que hasta me hace cuesta arriba lo que yo creo que será mi último año.

Podréis decirme que el mundo laboral no va a ser ningún camino de rosas, y seguramente será cierto, pero hay dos razones por las que eso no me importa ahora: la primera es que suelen asustarme más las desgracias inminentes que las venideras (cada cosa a su tiempo, ante todo mucha calma, etc.). La segunda es que entonces ya no viviré de prestado; no tendré que rendir cuentas más que a mí­ mismo, y eso siempre quita presión.

Supongo que estaréis buscando vuestras etiquetas de "EXAGERADO" para ver si le ponéis la cola a este burro. Bien, dejadme que os cuente una anécdota:
Una amiga mí­a suele bromear con respecto al trabajo de los informáticos: "Ah, sí­, vosotros arregláis lavadoras ¿no?". El otro dí­a salió esto a colación mientras hablaba con un colega (de profesión y estudios). Él, a punto de acabar la carrera, resopló y dijo: "Que quieres que te diga, si me pagasen lo mismo, preferirí­a arreglar lavadoras".

No tenemos un bisturí­ en la mano, no sentimos esa clase de tensión, pero si alguno de vosotros se ha puesto en plan tozudo intentando resolver un crucigrama o un jeroglí­fico difí­cil sin conseguirlo, multiplicad esa sensación de ahogo por cien, por mil o por lo que queráis y ahí­ nos veremos. La mayor parte del tiempo es como estar mirando los focos del camión que te va a atropellar: sabes que tienes que actuar cuanto antes, pero parece que te hayan lastrado con una tonelada.

Así­ que me despido de vosotros y me dispongo a dar cabezazos a la mesa ¡con la botella de ron!

martes, agosto 22, 2006

Palmadas y colegueo

Decí­a el anuncio de un coche que "a todos nos gusta vivir bien". A todos nos gusta estar cómodos, fí­sica y mentalmente. La comodidad fí­sica puede ser un buen sillón, tener el cuerpo que quieres o haber cogido "la posturita TM", entre otras muchas cosas. La comodidad mental es más sutil, aunque muchas veces (si no todas) pasa por la palmadita en la espalda.

La palmadita en la espalda va más allá del gesto fí­sico: es ese casi imperceptible refuerzo positivo que se da a ciertas conductas aceptadas, la aceptación, en definitiva. La aceptación es una droga, y de las gordas. Casi nadie admite buscar la aprobación de los demás, pero en cierto modo, todos lo hacemos. El grueso de la gente suele buscar la aprobación social llana y sencilla, la integración, pero los demás no se quedan atrás: los grupos minoritarios que afirman ignorar o despreciar a la sociedad suelen aglutinar gente que busca la aprobación de otros como ellos.

Explicándolo con un ejemplo, el individuo "corriente" es como las pelí­culas de Hollywood: busca llegar a cuanta más gente pueda, valiéndose de ciertos tópicos, conductas aceptadas conocidas y demás. Lo que en la pelí­cula es que el bueno se lleve a la chica, que el ex sea malvado, etc., en la sociedad se suele traducir en una cierta corrección polí­tica. Existen esas pautas no escritas que casi todo el mundo conoce, y seguirlas suele proporcionar la ansiada droga. El individuo "contracorriente" suele buscar romperlas o ignorarlas, pero es una fachada. Como las pelí­culas "de autor" o "experimentales" (y en más campos del arte), aunque provoque el rechazo del público en general, busca la aprobación de su cí­rculo: que otros directores "alternativos" o ciertos sectores de la crí­tica alaben lo poco común de su obra.

El problema de la palmadita es el de todas las drogas: te enganchas. Como estás enganchado, necesitas cada vez más, y estás más inquieto si no la consigues. Para sentirte mejor intentas asegurarte tu dosis, y la forma más fácil de hacerlo es rodearte de gente con la que tienes afinidad. Si adoras el manga (por poner un ejemplo) y tienes contacto con una persona que lo aborrece puede haber discusión, desencuentro, y por ahí­ no llega la dosis. Solución: buscas rodearte de más fans del manga. Si vuestra conversación se mantiene en los lí­mites de vuestra afinidad, las palmadas en la espalda van y vienen, y entran en resonancia. Cada vez se recibe más estí­mulo, más felicidad barata.

En fí­sica (y de forma poco formal, que no soy fí­sico) cuando un conjunto de ondas entra en resonancia surge un fenómeno de amplificación. La amplificación teórica puede ser casi infinita. Sin embargo, si lo aplicas al mundo real, el material puede hacer "crack" al llegar a un punto crí­tico. En la teorí­a global de la palmadita (que me quedo solo buscando nombres), el punto crí­tico llega cuando pierdes el contacto con el exterior del cí­rculo. Las mutuas palmaditas que os profesáis tus contertulios y tú desprenden tal cantidad de energí­a y buen rollo que entráis en órbita. Antes de que os deis cuenta estáis flotando cientos de metros sobre los tristes mortales que tienen la desgracia de no estar en vuestra "onda". Pobrecitos, qué mal deben estar allí­ abajo, privados de la luz de la VERDAD que sólo los elegidos conocen. Alguien deberí­a iluminarlos, pero aquí­ arriba se está tan bien... ¿quién dijo que la endogamia era mala?

¿Parezco exagerado? Revisad vuestros grupos de amigos. ¿Cuántos no comparten vuestras aficiones, vuestras tendencias ideológicas, vuestros gustos musicales? Si hay alguno ¿qué pensáis sinceramente de él? Sin endulzarlo: derecha contra izquierda, cine oriental contra occidental, heavys contra triunfitos. Puede darse el caso de que vuestro grupo sea heterogéneo y feliz, pero mirad alrededor. ¿Cuántas divisiones véis? Cada uno se cava su trinchera y baila sin salir de su baldosa, chotis en comuna y felicidad de bote.

Creo que es la metonimia el fenómeno de identificar un todo con una parte constituyente (no lo recuerdo bien). En el entorno que acabo de describir esto es preocupante: dejamos de ser individuos para ser embajadores involuntarios de nuestro grupo. La bomba no la ha puesto un cabronazo, sino un árabe, un vasco, un bosnio... El asesino no es un psicópata, sino un jugador de rol, o alguien que escucha heavy metal o que lee libros raros. No hay gente que pone pornografí­a al alcance de niños, es Internet que pervierte a nuestros hijos. Cuando en vez de caras vemos banderas o insignias ya estamos a un paso de convertirnos en hooligans, fanáticos o lo que toque. Cuando una persona cruza se pasa de la raya, para nosotros lo ha hecho todo el grupo. Dadnos palos piedras y espadas y yo os monto una escena de "Braveheart" o de "El Señor de los Anillos".

"Elige una vida, elige un trabajo, elige un televisor grande que te cagas...", pero no te olvides de elegir a tu grupo. Deja que el grupo piense por ti­, porque el pensar produce arrugas. No ha sido culpa tuya, ha sido el grupo. El grupo te da tu dosis puntualmente, así­ que ¿para qué le vas a llevar la contraria? El grupo es bueno, el grupo es sabio, el grupo es amigo de Sméagol y Sméagol prometió.

Ten cuidado, Sméagol, que tu promesa no te convierta en Gollum. Aunque lo hayas ignorado e incluso ahogado en alcohol y palmaditas, tienes un cerebro. Si lo enciendes puede que todaví­a funcione. Enciéndelo y párate a oí­r como suena, engrásalo un poco y úsalo. Puede que descubras algo de pensamiento crí­tico, puede que mañana cuestiones algo, o analices cualquier cosa. Cuando lo hagas tendrás abierta la puerta del corral. ¿Quieres tomar la pastilla roja? Que le den por saco a Matrix y date una vuelta por el lado salvaje. La realidad puede dar un montón de asco a veces, pero es mejor que una sobredosis de palmaditas.

¿Cómo dices? ¿Que divago? Culpable, lo admito, pero no por eso dejas de tener delante una pastilla roja y otra azul. ¿Hace un caramelito? ¿Y tú de quién eres?

sábado, agosto 12, 2006

Sin humor

Creo que a veces he logrado arrancar alguna sonrisa. Hoy no es ese dí­a. Hoy no quiero que sea ese dí­a. Hoy no debe ser ese dí­a.

Me he sentado ante el teclado con los ojos llorosos de rabia y de humo, con la sangre martilleando en los oí­dos. Sólo huelo a ceniza en el ambiente y el único sabor que me viene a la boca es el que me sube la náusea por lo que está pasando.

Arde Galicia. Nos la queman. Un grupo organizado de cabrones (hijos de la gran puta, lo que sea, todo se me queda pequeño) se han coordinado (las casualidades tienen su lí­mite) para ir a por el Guinness de las barbacoas, y creo que van por buen rumbo para conseguirlo.

Durante los primeros dí­as de este destrozo me comí­a las entrañas pensar en qué retorcido beneficio podí­an sacar nuestros queridos cabronazos (¿madera quemada? ¿chanchullo urbaní­stico?). Ahora me da igual. No creo que haya beneficio que pueda justificar esto, es más, sé que no lo hay. Mi única duda (y va desapareciendo según crece el odio puro y duro) es si se estarán retorciendo de remordimiento viendo su obra o si ni siquiera tendrán una fibra de corazón para ello. Personalmente espero que lo primero, más que por el sufrimiento que pasarí­an, porque serí­a la prueba de que aún son humanos, y de que el año que viene se lo pensarí­an mucho antes de repetir. Pero suelo ser demasiado optimista con el ser humano.

Una de las voces que se oye a menudo cuando se habla de incendios dice que ojalá se quedasen los incendiarios (no confundir con pirómanos) atrapados dentro. Siento discrepar, pero por una vez no será por misericordia. No quiero que se quede ni uno atrapado, porque morirí­a de asfixia sin sufrir lo suficiente. Ojalá (y me da igual que mi odio hable por mí­) muriesen quemados en vivo, cuanto más sufrimiento, mejor. O si no, que simplemente puedan ser procesados por la justicia (con mayúsculas, de vacaciones hasta nueva orden) y cumplan la condena que sea, pero que sean años de cárcel, y en una de las buenas, con asesinos y demás, no esas mariconadas donde meten al que da un pelotazo urbaní­stico (aunque ojalá reubicasen también a estos otros coleguitas).

Quien me conozca debe estar llevándose las manos a la cabeza, pero lo que están haciendo aquí­, simplemente, no tiene nombre. No matan a la gente (aunque ya hayan muerto tres personas por su culpa), cierto, no te ponen un cuchillo al cuello para quitarte el dinero, qué va. Sólo se estan pasando por la piedra a nuestra (o mi) tierra. Están jodiendo el futuro. ¿No os extraña lo secos que se han vuelto los veranos por aquí­? En ciencias de E.G.B. nos enseñaban que las masas de árboles ayudan a concentrar la lluvia, materializarla o lo que sea. Hablando en plata, que amarran una nube y la obligan a exprimirse (aunque cientí­ficamente no sea nada correcta la explicación). Ojalá me equivoque, pero creo que el año que viene (y en sucesivos, como no se haga un milagro en repoblación) vamos a tener un clima digno de Almerí­a. Menos lluvia, menos árboles que nos den sombra y aire, más ceniza y contaminación a nuestras aguas...

Han surgido las comparaciones con el Prestige. No tengo ni puñetera idea de cuál de las dos catástrofes es peor para el medio ambiente, pero al menos lo del petróleo fue un maldito accidente. Con todas las imprudencias, incompetencias y agravantes que se quiera, pero un puñetero accidente al fin y al cabo. Si todaví­a mantuviese la costumbre de rezar, lo harí­a para que ningún paisano encuentre a un incendiario in fraganti, porque lo mata con lo que lleve, a palos, pedradas o guadañazos. Y no me preocupa la vida del que planta el fuego; me apenarí­a que una persona honrada jodiese la suya por darle lo suyo al malnacido.

Hoy no estoy conciliador. Hoy no tengo paciencia. Hoy escribo por no hacerme al monte con una hoz del siete y buscar gente con cerillas. Ciento sesenta núcleos, cuando escribo esto, noventa activos. Hasta ahora el peor dí­a habí­a sido el lunes, y, supuestamente, desde ayer se ha deshuevado media España y parte del extranjero en enviar medios. Si hoy hay más fuegos ¿es que han mandado unos medios de mierda? ¿Es que a nuestras sabandijas (con perdón de las sabandijas) les parecí­a poco y redoblaron esfuerzos? No lo sé y no creo que quiera saberlo. Sólo quiero que se acabe, pero parece que sólo acabará cuando haya ardido todo.

Enhorabuena, cabrones, malnacidos, cobardes, rastreros, miserables, mercenarios, asesinos. Habéis logrado devastar una tierra que muchos amamos y habéis logrado que el español se quede corto en insultos. No hay palabras para etiquetaros, no hay comparación posible. Ojalá supiese hindú o árabe, dicen que su riqueza en insultos y maldiciones deja muy atrás a nuestro idioma.

No tengo ganas de seguir. No me apetece revivir escenas de linchamientos, con horquillas y antorchas. Si me he excedido en mi repertorio, lamento que lo hayáis leí­do, pero está por venir el dí­a que lamente mis deseos para estas ratas. Ojalá (y es el último) esto mejore antes de que me vuelva a poner al teclado.

martes, agosto 08, 2006

Prostitución cultural (1ª parte): La lengua

En "El guardián entre el centeno", Holden Caufield dice que su hermano, antes escritor de cuentos infantiles, se está "prostituyendo" en Hollywood (queremos pensar que se ha hecho guionista de cine, ¿no?). Pues yo no tengo claro si lo que está pasando con mi (nuestra) cultura es que la prostituyen, la chulean o qué, pero está claro que dentro de poco no la va a conocer ni la madre que la parió.

Alguna aclaración antes de entrar al meollo: por si alguien no lo sabe, soy gallego, de Galicia (por si nos lee alguien de más allá del Atlántico), y es a esta herencia cultural a la que me refiero. Vamos a hacer un resumen rápido de más de quinientos años de Historia.

Durante buena parte de la Edad Media, Galicia era un reino más de los que habí­a en la pení­nsula Ibérica, con otras fronteras, pero en esa época de Reconquista no eran muy estables en ninguna parte. Los habitantes de este reino hablaban una lengua propia, distinta de la de castellano-leoneses y aragoneses, lo que serí­a la madre del gallego y el portugués. Esta lengua incluso estuvo de moda una temporada en la literatura, como demostrarí­an las "Cantigas a Santa Marí­a" de Alfonso X. Con el paso de los años Galicia (o lo que era entonces) pasó por perí­odos en los que se fundió intermitentemente con Castilla, de la que ya no volverí­a a separarse hasta el presente.

Galicia iba un poco por libre, aquí­ se hablaba un proto-gallego y todo estaba dentro de la normalidad de la época. Pero hacia mediados del siglo XV hubo una disputa por el trono de Castilla entre dos aspirantes: Isabel (luego la Católica) y Juana (la "Beltraneja"). La nobleza gallega de la época, anticipándose a lo que serí­a el buen tino de nuestros polí­ticos actuales, apoyó a esta última, a la postre la perdedora. Es de suponer que esto no sentó muy bien a la ganadora, que liquidó a buena parte de los nobles para sustituí­rlos por gente de su confianza. Aquí­ comenzó la histórica bicefalia del gallego como idioma. Puesto que estos nuevos nobles eran castellanos, la gente comenzó a identificar la categorí­a social con el idioma (castellano=alta, gallego=baja). La literatura gallega sufrió un gran revés y pasó sin pena ni gloria hasta el siglo XIX.

Entre tanto, la mayor parte de la gente (por no decir todo el mundo) en Galicia seguí­a hablando su lengua. La aprendí­an cuando nací­an y se le enseñaban a sus hijos, y mucha de esta gente, como aún sucede actualmente, apenas se defendí­a en castellano.

Hacia la segunda mitad del siglo XIX surgieron unos cuantos escritores que se aventuraron a escribir en gallego, inventándose casi la grafí­a, puesto que no habí­a nada establecido para este idioma. Entre ellos destaca como sí­mbolo la famosa Rosalí­a de Castro. ¿Eran grandes escritores? Seguramente no, pero marcaron un hito y consolidaron lo que se vino a llamar "O Rexurdimento" ("El Resurgir", traducido libremente). Poco a poco se retomó la actividad literaria en gallego, de forma tí­mida pero constante, y de Rosalí­a a Castelao y tiro porque me toca. Hacia el 1936 incluso se habí­a llegado a redactar un borrador de Estatuto de Autonomí­a, pero ya sabemos que el 36 no fue un gran año en España.

Después de la Guerra Civil, El Bajito de Ferrol intentó unificar y sobre todo homogeneizar España. Las lenguas que no fuesen el castellano, sobraban. Se afianzó el desprecio y la vergí¼enza por el uso del gallego y no fue hasta 1981 que por fin se consiguió un Estatuto y se hizo una normalización de la lengua. Ahora agárrense que vienen curvas.

Para lograr la normalización se hizo una especie de máximo común denominador del gallego que se hablaba por todo el territorio, dejando fuera muchos rasgos locales y logrando una especie de "gallego light" que podí­a servir como referencia común a todos. Precisamente por su caracterí­stica "light", este gallego se parecí­a mucho al castellano, y esa puede ser la causa de buena parte de los problemas.

Como en muchos otros lugares, aquí­ tenemos movimientos nacionalistas. Muchos de estos necesitan patológicamente marcar la diferencia con el resto de España, y como no les da la vejiga para mearse por toda la frontera, la toman con el idioma. Comienzan por inventarse palabras, pasándose por el forro la evolución histórica desde el latí­n, si algún vocablo es demasiado semejante al castellano ("primaveira", se han sacado de la manga). Luego pasan a ver la terminación "-cia" como algo castellanizante, una aberración diabólica, y de ahí­ surgen perlas como "Galiza", "xustiza", "servizo" y mi preferido de largo: "grazas". Últimamente estoy perdiendo comba, pero creo que aún les quedaron ganas como para inventarse "tiduos" (tí­tulos). Una joya. Lo peor es que estos representan casi la mitad del Gobierno, por lo que, aprovechando la debilidad de carácter de sus socios, nos la han metido doblada y con calzador (la reforma, malpensados). Y como son envidiosos de narices y el tema está de moda, ahora quieren Estatuto nuevo, que puede estar bien, pero hay cosas bastante más urgentes que atender por aquí­.

Como en todo hay tendencias, también aquí­ tenemos distintos movimientos diferenciados, y unos de mis preferidos son los "lusistas". A esta gente le da una pena tremenda que Galicia y Portugal se hubiesen separado hace unos cuantos siglos, y opinan que sin la cruel represión centralista nosotros ahora hablarí­amos portugués, así­ que se dedican a hacer cartelitos en portugués proclamando actos de todo tipo y lanzando toda clase de mensajes. Lo mejor de todo es que los jodí­os hablan el "gallego light" o el "gallego grazas", no el portugués que escriben y defienden. Por no hablar del intento de borrar de un plumazo quinientos años de Historia (desgraciada o no, está ahí­ y de ella venimos).

Lo triste es que a esta gentucilla se le suma cualquier artistucho que proclama su nacionalismo a los cuatro vientos, produciéndose una retroalimentación gentuza-artistucho que hace que cualquier atisbo de realidad que se les pudiera meter entre oreja y oreja se ahogue en una nube de palmaditas en la espalda, muy normativas, eso sí­.

Era de estos "abortos del arte" de los que querí­a hablar en realidad, pero, como me está quedando un buen ladrillo, lo dejaré para otro dí­a.

Tanta bilis no es buena.

Darle a la tecla

En cierta ocasión alguien me dijo que deberí­a replantearme la forma en la que escribo aquí­. Quizá escribo de una forma "poco literaria", pero fue mi decisión (ver el primer o segundo post). Tampoco es que si me lo propusiese fuera a ser candidato a un Pulitzer, pero podrí­a intentar cambiar el formato, hacer un discurso menos plano y hacer algún ejercicio de estilo... Es una disyuntiva en la que me veo de vez en cuando, pero para echar algo de luz sobre este tema tendré que dar un pequeño rodeo, como es habitual en mí­.

Desde pequeño me ha encantado leer. Solí­a devorar todo libro que caí­a en mis manos, y ya desde niño desarrollé una relación reverencial con la palabra escrita. Los libros eran como pequeños estuches de mago: cuando los abrí­as nunca sabí­as lo que iba a pasar, pero la mayor parte de las veces serí­a algo increí­ble, como Mickey en "Fantasí­a", pero sin destrozos. En parte digo lo del estuche porque se necesita que tú interactúes con los frasquitos y hierbas que encuentras dentro: al poner la mano sobre "El Señor de los Anillos" yo siento una pequeña descarga, un cosquilleo eléctrico; sin embargo, y nunca dejará de sorprenderme, hay un montón de gente a la que el libro no le dice nada, no hacen ninguna pócima con los ingredientes que encuentran en él.

Si retomamos a nuestro pequeño protagonista, por aquel entonces debí­a quintuplicar el í­ndice medio de lectura para su edad. Es lógico que leyendo mucho más que sus compañeros escribiese mejor que ellos, tanto en ortografí­a como en calidad de redacción. Pero mi yo jovencito casi nunca escribí­a: soñaba con escribir, pero no se poní­a a ello, en parte porque su letra nefasta hací­a que cualquier cosa que escribiese a mano se viese horrorosa (enésimo triunfo de la forma sobre el fondo), en parte porque quizá no tení­a nada que decir (al menos nada que quisiera compartir siquiera con una hoja de papel) y, sobre todo, quizá porque ya estaba lo bastante apartado de la manada como para meter otra valla.

No todo iban a ser desgracias. Habí­a ocasiones en las que me veí­a forzado a escribir. En clase me daban una excusa en forma de redacción, descripción, poema, romance, etc. Ahora con perspectiva puedo decir que ya entonces querí­a que alguien conociese lo que escribí­a, porque, en lugar de limitarme a cumplir con el trabajo, solí­a escribir sobre lo que realmente me importaba, arriesgándome a exponerlo públicamente ante una jaurí­a de alumnos de B.U.P. sedientos de sangre. Pero tení­a sus compensaciones: la principal era, aunque yo no fuese consciente, la satisfacción de observar mi trabajo hecho. De hecho recuerdo un ejercicio de Lengua en el que tení­amos que describir algo dos veces: de forma objetiva y subjetiva. Para marcar el contraste hice una descripción objetiva deliberadanmente aséptica (el objeto en cuestión era una cueva medio derruí­da) y luego en la versión subjetiva simplemente dejé que mi imaginación se diese una vuelta por Dios sabrá que recovecos de mi cabeza. Me gustó mucho ese trabajo, pero se me puso todaví­a más cara de tonto cuando la profesora (Amparo, si me estás leyendo ¡hola!) me lo devolvió corregido. "GENIAL!!!", poní­a, en rotulador rojo.

Genial... "¿Y seguiste escribiendo?" No. Un par de años después llevé una especie de semi-diario, una versión en bloc de bolsillo de este blog, pero más tosco, más personal-sentimental y mucho más escurridizo (lo siento, el único adjetivo que hace justicia). Hasta que empecé este blog, mi actividad literaria se restringió a anotaciones para partidas de rol y a ejercicios mentales de composición, fragmentos de verso, prosa o lo que se me antojase.

Hay muchas cosas de las que me arrepiento, y una de ellas es de haber bloqueado ciertos aspectos de mí­ para aliviar parte de la presión social. La literatura fue una ví­ctima fácil e inocente. Pero, ¿por qué no retomé un enfoque más artí­stico ahora que me he soltado? Es una buena pregunta, y no tengo la respuesta, aunque no por falta de candidatas: quizá temo no ser lo bastante bueno; puede que el plazo de publicación que tení­a pensado no encajase; tal vez querí­a una expresión más directa de mis pensamientos... No lo sé. Cuando leo lo que escriben otros casi me arrepiento de mi elección, pero sólo casi. En el fondo creo que cuando me lo pida el cuerpo me arrancaré por otros estilos, así­ que cualquiera sabe.

Pero me dejaba en el tintero una de las mayores razones para escribir cómo lo hago. Durante mucho tiempo, una de las cosas que me silenciaban era que "no tení­a nada que contar". No siempre era cierto, pero sí­ solí­a pasar que se me olvidaba lo que querí­a decir antes de darle forma, o que era demasiado vago para llevarlo a cabo. Escribir en un estilo tan plano me facilita trasladar lo que pienso aquí­ antes de que se vaya de mi cabeza.

Puede que no sea la forma más artí­stica de manifestarme, pero es la mí­a, o lo es por ahora. Y, francamente, (como decí­an en "Lo que el viento se llevó") me importa un comino. Pero de especias y gastronomí­a hablaremos en otra ocasión. Mientras tanto comed sano y escribid, que mi estupidez os ilumine.

martes, agosto 01, 2006

Temores cumplidos

Hace un par de semanas escribí­a sobre un par de temores a raí­z de mi nuevo trabajo.

El primero es jugar a las adivinanzas con el tiempo. Efectivamente, hace unos dí­as pude comprobar en mis carnes como se las gasta el clima cuando se pone cabroncete. Recapitulemos: Villagarcí­a, despejado (a las 7 de la mañana), Coruña, alguna nube (9:30), Coruña, calor asfixiante (14:30). Con estas condiciones y un servidor vestido de corto voy a comer a casa de una amiga a eso de las tres y pico. Después de la comida y la correspondiente sobremesa, mientras bajamos en el ascensor, oí­mos un ruí­do raro y, mientras teorizamos sobre si algún vecino se habrá puesto a hacer obras, yo comento que parece el tí­pico ruido de lluvia contra uralita.

Más me valdrí­a haberme estado calladito, que siempre me han dicho que estaba más guapo. Según salgo a la calle, unas gotas de lluvia como puños, el mismo calor asfixiante y rayos, rayos por doquier. Rápidamente algunas imágenes cruzan mi mente: Son Goku contra Freezer en Namec, Neo contra el Agente Smith en "Matrix Revolutions" o la famosa pelea bajo la lluvia de "Hero". Como en esta última, me veo arrancar a correr y golpear las gotas (deberí­a decir calderos) de lluvia con mi cara. Incluso me estaba planteando las ventajas de convertirme en superguerrero nivel 2. Y así­, mojado como una magdalena en el desayuno llegué por fin a la estación de tren, buscando al Agente Smith a mis espaldas.

El segundo de mis temores era que mi jefe llegase y me dijese algo así­ como "¿Aún estás con eso? ¡Que era para ayer!". No sucedió eso exactamente, pero se aproximó lo bastante como para que se me saliese mi vieja "Sonrisilla Irónica TM". Para no aburriros con detalles al respecto (a los que aún no os haya aburrido), digamos que mi labor consiste en coger un trabajo ya hecho y hacerle modificaciones, que según mis estimaciones me podrí­an llevar cerca de un mes con mi actual jornada de trabajo. Llamémosle un tiempo T.

Pues la semana pasada llegó mi jefe a interesarse por el transcurso de mi labor. Le explico que llevo cerca de la mitad y el hombre no parece disgustado. Acto seguido saca un papelote del lee otras modificaciones que se necesitan. Para resumir, y aún teniendo en cuenta que varios de los requisitos eran triviales y quedaron satisfechos al momento, si antes tení­a un trabajo que me exigí­a T horas de esfuerzo, ahora tengo unas 4T, más o menos, pero además el hombre comenta que estarí­a bien que estuviese todo en condiciones para la segunda semana de septiembre (os recuerdo que en agosto no curro y que la primera semana de septiembre estaré de exámenes...). Pero no todo van a ser malas noticias, así­ que me ha asignado al chaval que se sienta a mi lado (y parece un tí­o muy competente) para que me eche una mano, así­ que supongo que nos queda 2T horas de esfuerzo a cada uno, pero sólo disponemos de T horas laborables, así­ nos tendremos que lucir... Menos mal que por allí­ reina un ambiente de buen rollo que te mueres, que si no creo que ya estarí­a hiperacelerado, viéndolo todo en tiempo-bala.

En fin, que tal como ando últimamente y teniendo en cuenta que uno de mis mayores temores de toda la vida era que Freddy Kruger viniese a por mí­, creo que voy a empezar a dormir con una lima de uñas bajo la almohada.

"Atención, señores clientes, les recordamos que la sección de comentarios está abierta para todos aquellos que deseen compartir sus temores con nosotros. Gracias" (la voz de lata os la imagináis).

miércoles, julio 19, 2006

Yo no soy de letras

- Oye, ¿cuánto son quince euros en pesetas?
- Joder, dos mil quinientas, tí­o, que no es tan difí­cil.
- Ya, bueno, es que yo soy de letras.

Este fragmento de conversación ficticia ilustra una situación que me saca de quicio. "Yo soy de letras". ¿Por qué no dice directamente "Es que no sé multiplicar"? Si siguiésemos esa regla de tres, yo, que soy de ciencias, deberí­a sembrar estas lí­neas de faltas de ortografí­a, pero ahí­ el argumento serí­a: "Tí­o, que eres universitario, a ver si escribes bien".

No es que pida que un estudiante de filologí­a resuelva una ecuación diferencial. Multiplicar, hacer la cuenta de la vieja, lo que sea, leñe. Es cultura general básica, como escribir sin faltas o saber la capital del maldito paí­s en el que vives (de las europeas mejor ni hablamos ¿no?).

Me estoy yendo por las ramas antes de empezar, pero es que me desquicio. No todos corremos los cien metros en 10 segundos, no todos descubrimos la teorí­a de la relatividad, no todos escribimos "El Quijote" y está bien así­. No critico que una persona no sea capaz de realizar una tarea relativamente simple. Lo que me enerva es que se enorgullezca de ello o se invente semejante excusa barata. Serás de letras, pero has dado tranquilamente diez años de matemáticas. Y lo mismo vale al revés (aunque no he presenciado tantos ejemplos): por mucho que seas de ciencias deberí­as saber quién fueron los Reyes Católicos, de qué idioma viene el castellano y hablarlo correctamente.

Todo esto viene porque el otro dí­a vi un despropósito escrito por alguien "de letras", perpetrada por una escritora reconocida que escribe una columna en un periódico gratuito. Esta señorita dedicaba una columna a despacharse contra el "culto al cuerpo" y lo relacionaba hábilmente con el consumismo y la publicidad con que bombardean a las mujeres en las revistas "femeninas". Hasta ahí­ nada que objetar. De hecho, quién me conozca sabe que soy muy crí­tico con eso, y habrá visto la mueca que me cruza la cara cuando sale una modelo tí­sica por la tele.

Pero claro, esta señorita tení­a que mantener su pose "alternativa" e "inteligente", y es ahí­ cuando sale el tertuliano que todos llevamos dentro, a opinar de lo que no se tiene ni puñetera idea. Y no creáis que se corta un pelo a la hora de condenar la recomendación de beber dos litros de agua diarios (una de sus perlas), ya que según ella eso era una especie de conspiración de las marcas que comercializan agua para darnos un gran sablazo. Según ella, como la comida que nos echamos al cuerpo es en su mayorí­a agua, no es necesario beber tanto. Lo que desconoce la individua es que la recomendación de los médicos es beber dos litros de agua AL MENOS, además de la que se ingiere al comer. Sobre todo con el calorcito que aprieta en verano estos últimos años. Pero claro, supongo que será de esas personas que opinan que a los médicos no se les puede hacer mucho caso (seis años de estudio no les dan vela en este entierro). Poní­a también el grito en el cielo por los casos de mujeres que van al médico con las sales minerales por los suelos, según ella por beber esos "excesivos" dos litrillos de agua al dí­a (servidor se está metiendo del orden de tres o cuatro, y parece que no me muero). Quizá habrí­a que comentarle que los casos de sales minerales tan bajos suelen ser producto del abuso de productos "bajos en sal" o "de mineralización débil", y que según la poca biologí­a que he estudiado yo, para que se note el impacto en las sales con una alimentación normal, habrí­a que beber alrededor de diez o más litros de agua al dí­a (creo recordar).

Aclarémonos: aborrezco ver a una mujer-esqueleto. Hay muchas veces en las que se les ve frágiles, te parte el alma ver la luz del dí­a a su través. Pero tampoco soy partidario de una mujer que sea más fácil saltarla que rodearla. A partir de aquí­ supongo que me ganaré unas collejas, pero lo que soy es partidario de la salud, tanto en hombres como en mujeres. Ni tan gordo que no pueda subir un tramo de escaleras ni tan escuálido que no pueda coger la bolsa de la compra. Al margen del aspecto, el "gordo feliz" es una putada inmensa. Puedes ser feliz pesando 40 o 240 kilos, aunque lo más seguro es que para tener salud tengas que estar en un peso más moderado.

Sin embargo últimamente sólo hay posturas extremistas al respecto: o tienes que ser un compendio de costillas para adaptarte a una moda idiota que hace tallas XL tamaño esqueleto de ciencias para acomplejar al 70% de la población; la otra postura aceptada es defender tu derecho a no verte las puntas de los pies hasta que te mueras (seguramente de infarto antes de los 50, pero feliz que te cagas con tu gordura). Cada uno se ha instalado en su trinchera y de ahí­ no los sacamos ni con lejí­a, mientras se disponen a bombardearnos con disparates sin importar los daños colaterales: crí­os de 15 años vomitando lo que ingieren o comiendo de forma absolutamente estúpida para lo que necesita un cuerpo en crecimiento y otros que se comen todo lo que los otros deberí­an, para ver si se comen de paso el rechazo, o desarrollando un odio irracional por los del otro extremo, alimentanto continuamente ambas trincheras.

Ese es un pequeño ejemplo de por qué me saca de quicio la ignorancia aplicada. No sabes y no te informas, pero te encargas de que tu opinión desinformada llegue a quién la tomará como buena por el hecho de estar en prensa escrita. Al menos los que entráis aquí­ lo hacéis por vuestra cuenta y riesgo, y supongo que no me concederéis más crédito que a cualquiera que os cuente lo que sea por la calle.

- Señorita X, que lo que ha dicho usted en su columna es una barrabasada, y más con la ola de calor que venimos sufriendo, que se nos muere la gente porque anda al sol y no bebe, no vaya a ser que en los de "Fuentrago" se lleven un euro de más.
- Bueno, es que soy de letras...

Y así­ seguimos señores. Y mejor no recuerdo cuando esta misma señorita despotricaba feliz en la tele sobre cómo rompió aguas en un cine, dando consejos de aguantar para dilatar, no vaya a ser que los médicos malos te hagan una incisión quirúrgica al parir para evitar el desgarro, bastante más agresivo. Pero qué le vamos a hacer, dar consejos es gratis, y en este paí­s "gratis" es la palabra mágica.

Yo, por mi parte, soy de ciencias, de toda la vida.

jueves, julio 13, 2006

Madrugones y kinder sorpresa

Recuerdo que hace un tiempo vi el anuncio de una colonia que decí­a "...separa a los hombres de los chicos". Siempre me pareció curioso que una colonia tuviese tal poder de selección, pero no por ello dejo de creer que sí­ hay momentos o hechos que te hacen pensar en que has superado una etapa: acabar el colegio, el instituto, entrar en la universidad, tomar tu primera copa, dar tu primer beso, tu primer... En general cualquier cosa que comience por "tu primer ..." suele ser un punto de referencia para futuras batallitas. Pues ya tengo material para una nueva: mi primer empleo (de playmóbil).

Así­ es, resulta que hay incautos por ahí dispuestos a darme una oportunidad laboral (pobrecillos). Tampoco es que sea un empleo de verdad, es una beca de colaboración (trabajar poco y cobrar poco), pero es la primera vez en mi vida que me pagan oficialmente por un trabajo. Supongo que eso me hará parecer una especie de señorito ("anda, el nene no curra hasta los 24"), pero se trata de que es la primera vez que trabajo por un sueldo, no que trabaje en abstracto. Al que se le ocurra decir lo de señorito lo invito amablemente a pasarse unas semanas en la vendimia y a contrarreloj, echar ocho horas diarias de rodillas arrancando papel pintado de las paredes, pintar la casa, levantar patatas, etcétera. La mayorí­a de estos trabajos eran para mi familia, así­ que podí­a sacar tajada, pero no estaba escrito: si ­había suerte, bien, y si no, ajo agua y resina. Y mejor no hablemos de todos los servicios técnicos gratuí­tos que algún dí­a deberí­a facturarle a Microsoft (Bill, si me estás leyendo, me debes una pasta).

Lo de ahora es distinto, principalmente porque tengo el inmenso placer de trabajar en lo mí­o, en lo que me gusta, y eso sí­ traza una lí­nea en el camino que recordaré con los años. Como en los antiguos mapas medievales "a partir de aquí­, monstruos". Claro que a veces los monstruos que aparecen te desconciertan más que asustarte. El primer dí­a llega tu jefe y te explica donde vas a trabajar, te enseña el lugar y te dice lo que quiere que hagas. Ni para cuándo, ni mantenme informado ni leches en vinagre. Allí­ te quedas tú sin saber muy bien cómo enfocarlo. ¿A cuántos de vosotros le ha pasado? A mí­, particularmente, me ha dejado un poco frí­o. No haces más que pensar "¿Será urgente? ¿Pensará que soy un vago por no haber acabado ya? O peor, un inútil" (sí,­ peor inútil que vago, esa es mi escala, y al que no le guste que no la use). Por lo demás, el trabajo está relativamente bien pagado (he echado unos cálculos) y se ciñe al terreno en el que me siento más cómodo, pero después de una semana sigo esperando a que aparezca el jefe y me diga "Oye, que eso tiene que estar antes de fin de mes" o algo por el estilo, momento en el que supongo que me saldrá el corazón por la boca.

Uno de los efectos colaterales del curro es que me veo obligado a levantarme a eso de las 6:30 de la mañana. Contrariamente a la creencia popular, puedo atestiguar que las calles ya están puestas (el personal municipal eficiente que te pasas), lo cual me lleva a estar convencido de que no las quitan (cuando vuelvo de juerga algún dí­a a las 6 siguen ahí­) o quizá tienen distinto horario en fin de semana. Algún dí­a puede que lo descubra. Lo más curioso es que con esto de salir a las 7 de casa, me encuentro que el tiempo es como un kinder sorpresa: me levanto a las 6:30 y no veo un pijo, duermo una hora en el tren y me meto en el laboratorio (sin ventana y con aire acondicionado). Cuándo salgo de allí­, me quedo un rato buscando el chocolate, porque algo nuevo y una sorpresa lo tengo asegurado. Un dí­a de estos me voy a encontrar con ropa de verano bajo un aguacero del copón, como si aquello fuese un ví­deo de los Backstreet Boys.

Me temo que con el tiempo acabaré haciéndome adicto a las apuestas, al fin y al cabo ya me la juego cada mañana. Ya sé que podrí­a consultar la información meteorológica, pero, ¿y la emoción?

Si consigo salir de esta sin hacerme ludópata perdido me gustarí­a leer vuestras experiencias laborales, que últimamente tenéis esto más abandonado que yo, que ya tiene delito.

Hala, lápiz, papel y al tajo (o teclado, para el caso).

lunes, mayo 29, 2006

¿A qué huelen las nubes?

¿A qué huelen las cosas que no huelen? Supongo que, técnicamente, a nada. Ahora bien, hay muchas cosas que se supone que no huelen, y sin embargo tienen un olor característico (podéis respirar ya, no hay chiste sobre compresas).

Me refiero a cosas como el olor de un día de lluvia, casi no puedes describirlo, ni siquiera estás seguro de que huela a algo, pero tú lo notas. Hay uno de esos olores que me encanta y que estos días ha vuelto (llevaba casi 9 meses sin saber de él). El olor del verano.

No sé si a vosotros os pasa, pero para mí existe un momento en el que lo percibo y, queridos amigos, ¡ya es verano en El Corte Inglés! A partir de ahora ya puede venir el clima que le de la gana, que yo ya tengo por delante tres meses de verano. No tengo ni idea de a que huele, pero supongo que llamo olor a lo que percibo por muchos sentidos. El olor de la vegetación y del viento del mar, la sensación de calor que comienzan a irradiar los edificios y las piedras, el olor generalizado a cremas y protectores solares, el impacto visual de la escasez de tela en la ropa (femenina) y la brisa fresca o templada en la cara.

Sí, amigos. Ya es verano, tiempo del optimismo, de la alegría y el jolgorio en general. Pero por desgracia, el olor del verano trae consigo el anuncio de los exámenes, recrudeciendo la batalla que desde hace algunos años creo que se cobra algún que otro cabello como daño colateral, y que ya no volverá...

Este verano será, de todas formas, tiempo de cambio. Alguien va a estar trabajando todo el verano (suerte has tenido), de hecho buena parte de mis amigos lo estarán. Por mi parte, yo estoy a la caza y captura de algo, pero prefiero no echar la boca a paseo (cuanto más cuento algo, más me fastidia si se queda en agua de borrajas). De todas formas, puede que también sea mi último verano de estudiante (ojalá) y después... quién sabe qué habrá después. Supongo que nada tan emocionante como desearía, o más estresante de lo que quisiera, pero sea lo que sea, ya son horas de que lo afronte. Necesito poner a prueba lo que sé, y necesito ganarme la vida con ello, sentir que todos estos años aquí han sido efectivos y me han dado definitivamente los recursos para ser adulto de una puñetera vez.

Sí, adulto con 24 tacos. Pero de momento, adulto de juguete, responsable de mí sólo a medias, dependiendo de que el dinero llueva del cielo. Si alguien me va a sugerir que busque un curro, es bienvenido, pero si no lo he hecho hasta ahora he tenido mis motivos (aunque pueden cambiar en un futuro próximo).

Pero dejemos de momento semejantes reflexiones para volver al verano, tiempo de bikinis que dan nombre a operaciones, de que los que estamos a pie de calle veamos un poco más sólido el muro que nos separa de la beautiful people, y que sin embargo dejemos ir los ojos detrás de ellos... Es hora de ir a la playa, de tomar el sol, de jugar en el agua hasta que te fallen las fuerzas, de correr y de hacer todo el deporte que no has hecho en el año. Y es tiempo de oler en su piel el verano.

Soleados y propicios días mes amis.

jueves, mayo 11, 2006

Lo que tu ordenador podría hacer por ti

Hoy, si me lo permitís, me voy a dejar llevar por mi vocación técnica.

Hace ya cosa de un mes que vengo trasteando con un nuevo desarrollo de la gente de Novell, Xgl. No pienso entrar aquí en detalles sobre cómo hace lo que hace, o cómo se instala. Simplemente comentar (para aquellos que todavía no me hayáis sufrido en persona) que se trata de hace un escritorio en tres dimensiones para entornos Gnu/Linux (creo que hay proyectos para desarrollarlo para Mac y Windows, pero están menos avanzados).

Para que nos entendamos: hoy en día todos tenemos en nuestro ordenador alguna clase de aceleradora 3D (cualquier tarjeta gráfica decentemente moderna) y la idea consiste en hacer que ella se encargue de dibujar las ventanitas que veis. Esto tiene dos grandes ventajas: la primera es que el pobre procesador no se tiene que encargar de ese trabajo (¿a cuantos de los presentes se les ha ralentizado el sistema al mover una ventana?); la otra es que se pueden lograr cosas tan chulas como las que se ven en este vídeo. Se aprecian algunas funciones muy interesantes, y las que no tienen utilidad directa... Como dice el anuncio, a todos nos gusta vivir bien.

Estoy viendo caras en el público que vienen a decir: "Sí, ya, pero... ¿qué clase de monstruo de tarjeta gráfica hace falta para esas virguerías?". Bien, mis queridos descreídos. Pensad en vuestro juego preferido, en ese que vuestra pobre tarjeta gráfica hace funcionar tan dignamente. Incluso pensad en un juego de hace algunos años (3d, eso sí), y haced recuento del número de polígonos que tienen que bailar en ese juego y del número de polígonos que bailan en el vídeo (¿acaso aún no lo habéis mirado?). La respuesta es evidente: un triste Unreal Tournament requiere mucha más potencia que esto. Afrontad la realidad: como nos sucede a casi todos, tenéis la tarjeta gráfica absolutamente desaprovechada el 99% del tiempo, y casi cualquier tarjeta con menos de 4 años (incluso muchas que superan esa edad) pueden hacer que este invento funcione. Curioso, ¿no?

Bueno, aquellos de vosotros que tengáis un flamante Mac, me diréis que vuestro pequeñín ya hace todas esas cosas, puede que más. Desde luego no pienso discutir eso, supongo que, de hecho, MacOS ha sido la inspiración para esta gente, pero personalmente encuentro atractiva la idea de que si tu ordenador puede hacer eso, lo haga, aunque sea un triste PC como los que nos tenemos que montar la mayoría de hijos de vecino, exprimiendo hasta el último euro. Además, a pesar de ciertas dudas al principio, parece que el desarrollo finalmente es libre (u OpenSource, no estoy seguro), pero en cualquier caso, siempre es más interesante eso que el software cerrado. Para disertaciones sobre el software libre, visitad la Free Software Foundation, que ellos lo explican mejor, más bonito, y a eso se dedican. Los que seáis devotos de Windows dirán que el Windows Vista traerá incorporadas funcionalidades similares... Bueno, el futuro implícito en traerá habla por sí solo. Tendréis que esperar, si no hay más retrasos, hasta 2007, calculo que bien entrado, pasar por caja (mi estimación personal son 200 euros) o, como hará mucha gente, piratearlo (allá vosotros). Xgl existe ahora, aunque en fase muy experimental, pero hacia el verano, se calcula, estará en condiciones de ser integrado en casi cualquier distribución de Gnu/Linux.

Lo cual nos lleva a la famosa duda de siempre: "Sí, parece interesante, pero instalar otro sistema... hacer particiones..." etc. Bien, estáis de enhorabuena. Si os ha picado la curiosidad y os gustaría probarlo, existe el proyecto Kororaa un liveCD disponible para trastear. Es decir, os bajáis la imagen (legalmente y gratis, sé que el concepto puede conmocionar a muchos de vosotros), la grabáis en un triste CD, reiniciáis con él puesto y voilá, un sistema para juguetear sin necesidad de tocar vuestro precioso disco duro. Es más, si os gusta y decidís prescindir de un par de gigas de vuestro maravilloso disco duro, incluso podéis instalarlo fácilmente, pero eso ya depende de vosotros.
Llegados a estas alturas de "el tocho", alguno de vosotros se preguntará por qué demonios os estoy soltando el rollo. Bien, puede que la razón principal sea que pueda recibir amenazas de muerte si sigo comiendo el tarro a mis amigos con ello, pero me gusta pensar que se trata de cierto orgullo de ver como un proyecto de software no-privativo puede llegar a desarrollar algo que puede llegar a la gente que no es del gremio. Ya no se trata de hablar de diseño del sistema, robustez, fiabilidad, falta de pantallas azules y ventajas de las familias Gnu/Linux o *BSD, sino de ver algo tangible para alguien a quién le da igual cómo está hecho el sistema por dentro y sólo quiere ver resultados. Ahí los tenéis. Ya no vale el "Me da igual reiniciar un par de veces al día". Windows no hace esto, y no lo hará hasta por lo menos dentro de un año. Mac lo hace, pero sólo en aquellos equipos que ellos venden con su configuración, no vayamos a mojarnos. Bien, pues Gnu/Linux puede hacerlo, lo hace y lo hará. Quién quiera más, con google, un ratón y un teclado, que busque.

Mi labor aquí ha terminado... por hoy.

Nos vemos y, como dicen por la comunidad del software libre... "May the source be with you".

martes, mayo 09, 2006

Apuntes de sociedad y otras aclaraciones

Bueno, la respuesta es no, no me había muerto, sólo hacía días (o semanas) que no encontraba tiempo y ganas para terminar el anterior post, pero lo tenía empezado hace tiempo y tenía que terminarlo antes de seguir. Si no queréis que os suelte un rollazo personal, no lo leáis. Si seguís, ateneos a las consecuencias, yo os lo he avisado.

Tirando un poco pa' los cerros de Úbeda (provincia de Jaén, creo recordar) el apunte de sociedad de la semana (con casi un mes de retraso) es el glorioso renacimiento hace tiempo anunciado de Noe (o de su blog, según se mire). Bienvenida, que no se diga que todo ese tiempo en el purgatorio ha sido en vano.

Dejaré más noticias para más adelante, que os las hay que dosificar, e intentaré que pase bastante menos tiempo hasta la próxima (no desesperéis, los exámenes vienen ahí y son mi principal fuente de inspiración).

Pasáoslo bien, en breve prometo columnas más alegres.

domingo, abril 23, 2006

The day the music died

Hoy no voy a hablar de música, a pesar del título. Dicen que en la canción "American Pie", Don McLean se refirió así a la muerte de Buddy Holly. A mí me recuerda a la primera vez que tuve que digerir la muerte como algo real.

Entendámonos, para mí la muerte siempre ha estado presente en la vida, como buen gallego (dicen). No me criaron creyendo que me fuese a estallar la cabeza por oír que alguien se hubiese muerto, y ya desde muy pequeño era (como sigue siendo) habitual en las conversaciones de mis familiares hacer algún que otro repaso de cuánta gente se había mudado de barrio recientemente. Incluso a alguna persona cercana a mí ya le había tocado el boleto. Pero el día al que me refiero fue la primera vez que noté el impacto de saber que no volverás a ver a un ser muy querido, muy próximo.

Mi abuelo estaba enfermo, aunque ni a él ni a mí nos habían dicho cuanto. En fin de año tenía molestias y, según supe después (él no), hacia el 5 de enero ya le habían diagnosticado un cáncer terminal con metástasis. Murió el 10 de enero, sin darme tiempo a despedirme, sin saber que se iba...

Por aquel entonces estábamos viviendo en casa de mis abuelos ("el abuelo está enfermo, la abuela no da abasto..."), así que al salir del instituto y después de recoger a mi hermano en la estación, volvimos a casa de mis abuelos para descubrir que una ambulancia se llevaba a mi abuelo al hospital. A partir de ese momento empieza la neblina. Ajetreos, carreras. Todo el mundo se va a escape mientras mi hermano y yo nos quedamos comiendo. No suelo perder el apetito por nada, pero en este caso creo que ni siquiera me había dado cuenta aún de lo que pasaba. Entre todo el ajetreo habían llegado las vecinas, que muy amables se ocuparon de recoger y fregar. Sólo nos dio mala espina que cuando acabaron con los platos empezaron con el resto de la casa, baldosa a baldosa.

Mi hermano y yo nos metimos en el salón y estuvimos cosa de una hora o dos sin cruzar palabra. Creo que ahí ya nos habíamos hecho a la idea de lo que pasaba y de lo que iba a pasar, y nos dimos cuenta de que el trastorno obsesivo con la limpiza de nuestras vecinas se debía a que preparaban la casa para el velatorio, a conciencia. Algún tiempo después, soy incapaz de precisar cuánto, sonó el teléfono y comenzamos a oír sollozos. No sé mi hermano, pero yo ya lo sabía de alguna forma. Cuándo alguna de ellas sacó valor para venir a hablar con nosotros, nos levantamos como autómatas y antes de que dijera nada (creo recordar) dijimos casi al unísono "Lo sabemos" (o quizá sólo lo pensamos, los recuerdos son difusos). La música había muerto hacía casi una hora.

No me voy a extender aquí con cuánto echo de menos a mi abuelo (hay gente de sobra que lo sabe), ni quiero llevar esta narración hasta el entierro o después, pues el momento que quería contar ya ha llegado. No importan los pésames, la desmedida cantidad de gente que había en el velatorio (que finalmente no fue en casa) ni cuánto me enfadé conmigo mismo al descubrirme bromeando en el tanatorio. Todo eso es después, ya lo había digerido.

Es curioso, pero no recuerdo todo eso con especial tristeza, sólo que me gustaría que mi abuelo hubiese conocido a mi novia, hubiese asistido a mi graduación, hubiese visto a mi hermano convertido en médico (y conocido a su novia también)...

Y eso es todo. Triste para los que nos quedamos, alegre cuándo recordamos a los que se fueron, pero nada traumático de por sí. Hubo muertes antes y hubo muertes después, pero esa fue la primera que comprendí, la primera que viví.

Espero no haber despertado recuerdos desagradables. Simplemente tenía que contarlo.

miércoles, abril 12, 2006

El hombre y la máquina

En condiciones normales, ahora tocaría una buena retahíla de explicaciones, explicando que no he tenido tiempo por las prácticas y demás historias, pero ni me apetece hablar de eso ni a vosotros escucharlo, por lo que pasaremos a otros asuntos un poco menos muermos.

Entre las cosas que quería poner aquí en este tiempo se encuentra mi apasionante combate contra el cajero automático, sólo espero recordarlo en todo su esplendor...

Era un día de lluvia y cerré tras de mí la puerta de la guarida del cajero. Yo lo miré, su monitor ni siquiera parpadeó... El tiempo se congeló un instante, para luego recuperar una fluidez viscosa y ralentizada mientras en mi cabeza sonaban aquellas palabras que no oía desde tiempos del Street Fighter II: "Round one, ¡¡Fight!!".
Saqué mi tarjeta y ataqué con ella la ranura de mi oponente (sabiéndolo su punto débil). Fue un movimiento ágil y fugaz, con el que esperaba tomarlo por sorpresa y, ante su aparente indefensión, procedí a ejecutar el combo de mi PIN, observando como su pantalla delataba la pérdida de energía. Sólo me faltaba arrancarle el dinero y el combate sería mío, pero el muy HDP se guardaba un as en la manga: "No es posible acceder a la red temporalmente, inténtelo más tarde". "Draw game", el Street Fighter seguía en mi mente mientras recuperaba mi tarjeta (quiero decir, arma reglamentaria).
"Temporalmente, ya... Ahí la has cagao" pensé para mis adentros. Sin dar tiempo a mi enemigo para recuperar el aliento, en un osado movimiento cargué de nuevo, jugándome la vida y la integridad de mi tarjeta. Mi adversario se defendió bien, y ya empezaba a correr un sudor frío por mi espalda al ver que, tras aplicar nuevamente el combo-PIN, no me llamaba por mi nombre y mostraba un repertorio de operaciones reducido. Decidí no dejarme amedrentar por lo que se prometía un creditus interruptus con pérdida de tarjeta ("Por mis cojones que me suelta la pasta") y tecleé el importe deseado. Casi pude oír el crack con el que la entereza de mi adversario se hizo añicos mientras me daba mi dinero y un ticket en el que no aparecía un resumen de mi cuenta, y soltaba a regañadientes mi tarjeta ("Haruma wins"). Antes de salir, reparé que le había hecho una pantalla nueva a ese engendro: "Fuera de servicio", ponía ahora ("Fatality").
Y así, cual Ryu victorioso sobre Bison, me alejé con mi mochila al hombro, bajo una fina lluvia y dando la espalda a lo que quedaba de un adversario derrotado.

Supongo que muchos de vosotros pensaréis que se me ha ido la pinza, pero esta clase de triunfos del hombre sobre la máquina hacen que te iergas mirando al horizonte mientras el viento revuelve tus cabellos y suspires triunfador... Como cuando logras montar un mueble de IKEA. Cuantas más piezas te sobren y más arañazos adornen tu piel, mejor. "¿Quién necesita diez tornillos? Yo lo he conseguido con cuatro", y te quedas como se quedarían nuestros antepasados después de forrar a lanzazos a un mamut (no sabéis lo peligrosos que se pueden poner los muebles de "hágalo usted mismo").

Queda abierta la veda, cualquiera que tenga historias de cacharros o interesantes anécdotas del Street Fighter II puede aprovecharse salvajemente de la sección de comentarios, no os cortéis.

Por último, un anuncio de las páginas de sociedad. Habréis advertido la desaparición del enlace a Noe's World. No hay ningún incidente diplomático, se trata simplemente de que ha abandonado una vida de miserias (MSN Spaces) para renacer gloriosamente en algún lugar mejor. En cuanto se produzca la resurrección (muy adecuada en estas fechas), reencarnación (siempre da un toque zen) o lo que sea, lo sabréis tan pronto como yo lo sepa.

Nos veremos en breve...

lunes, marzo 27, 2006

Evangelizando, que es gerundio

Dice un anuncio de no-recuerdo-qué: "¿No es genial cuando las cosas, simplemente, funcionan?". Creo que todos estamos de acuerdo en eso, pero, a veces, las cosas funcionan cuando y cómo le da la gana.

En los últimos días vengo viviendo la cara y la cruz de esa afirmación. No sé si lo llegué a comentar en estas páginas, pero hace un par de semanas sufrí la traumática muerte de un disco duro. Tras echarse todo un día en parada, logré recuperarlo, y aprovechando que tenía que empezar de cero, decidí que ya era hora de abandonar definitivamente Windows en favor de Gnu/Linux. Es genial cuando las cosas, simplemente, funcionan: cuando mi sistema no se ralentiza ni rasca de disco duro, cuando puedo trabajar con todos los programas que necesito simultáneamente (incluso escuchar música o ver la tele si me aburro). Es genial poder configurar cada detalle del sistema y que el escritorio tenga exactamente el aspecto que yo quiero. Es genial la cantidad y calidad de aplicaciones que trae el sistema por defecto (juegos incluidos). Sin embargo, es una auténtica putada instalar el Unreal Tournament y ver que, después de echarte la primera partida, la cosa no vuelve a reaccionar, ni que reinicies, ni que reinstales ni nada.

Dada mi agradable experiencia con el sistema en general, sólo me queda suponer que o bien el que ha hecho el port, o lo que sea, es un chapucero (y creo que no, a juzgar por lo que he visto), o que se trata del enésimo paquete que no funciona en condiciones para sistemas de 64 bits, y que ya no lo arreglarán, porque ¿qué clase de "depravado" querría jugar al Unreal Tournament existiendo el Unreal Tournament 2004? ("Hola, me llamo Haruma y soy un depravado"; "¡Te queremos, Haruma"). Para dar el beneficio de la duda, y en favor de mi cordura, estoy planteándome instalar el 2004, a ver si la cosa va mejor (para este parece que sí hay paquete de 64 bits).

No quería entrar tanto por la vena técnica del asunto (siempre me despisto cuando me meto en harina), sino recalcar la putada mayúscula que supone ser de la minoría, es más, de una minoría dentro de otra. Ya hay poco soporte en general de las compañías de software a sistemas Gnu/Linux y a sistemas de 64 bits para uso doméstico, pero cuando hayas la intersección de ambos conjuntos, la cosa da risa sólo pa no dar pena. Acabo de leer una estimación del número de usuarios de Gnu/Linux, y resulta que somos sólo 30 millones en todo el mundo (apostaría a que la cifra es conservadora). ¿Para qué molestarse en dar soporte a esta pequeña porción de usuarios? Al fin y al cabo, hasta un mono borracho puede conseguir una versión pirata de Windows en minutos. Ahora es cuándo debería hacer una defensa extensa de por qué aquellos que usamos software libre deberíamos ser firmes y premiar a los fabricantes que propocionan soporte para nuestros sistemas y castigar a los que no, que es en el bolsillo donde les duele, pero no es el momento ni el lugar.

Después de leer que yo he tenido un par de quebraderos de cabeza con Gnu/Linux, quizá algún lector se haya quedado con la sensación de que no debería aventurarse a probarlo... Sólo diré que recientemente he/hemos convencido a dos personas para que instalen una distribución de Gnu/Linux. No tenían un nivel de conocimientos de informática a nivel programador, ni ninguna experiencia en entornos Unix, ni estudian Informática. El resultado es que están encantadas ambas con su distribución nuevecita, y que si dispusiesen de un programa que usan a menudo y, ya puestos, de buen soporte de juegos para Gnu/Linux, ni siquiera arrancarían en Windows. Sí, yo he tenido mis problemas con él, pero dudo que ningún usuario razonable le haga a su sistema lo que le he hecho yo (hay que experimentar para aprender), y no quiero ni pensar lo que habría pasado si hago lo mismo en Windows (pero seguro que terminaba en "Ka-Booom").

Este año he tenido un profesor que nos insistía en que el 95% del presupuesto de las empresas que desarrollan software se les va en mantenimiento, por lo que es comprensible que estén tan ocupadas manteniendo el software para ese colador que es Windows, que no puedan/quieran desarrollarlo para Gnu/Linux, pero me gustaría que alguna compañía aventurera lo intentase, seguramente se llevaría una sorpresa (también parecía una locura lo de FX de vender los juegos a 20 €, y míralos ahora). Una cosa es segura, el índice de piratería de sus productos bajaría. No sé por qué, pero la mera idea de piratear software libre me da arcadas. Además, sus usuarios dispondrían de más dinero para la compra de software (no tienes que comprar antivirus, firewall, suite de ofimática, el sistema operativo es gratis o muy barato...) asumiendo que los usuarios corrientes lo compren, claro.

Si alguien se anima, le recomiendo que pruebe Knoppix, que funciona completamente desde un DVD, y es lo que me salvó la vida cuando la muerte de mi pobre disco duro, y ya me dirá.

Hasta la próxima. ¡¡¡Por los pingüinos oprimidos del mundo!!!

sábado, marzo 11, 2006

Es una mierda ser escocés

Eso decía Mark Renton en Trainspotting, eso y "Elige una vida, elige un trabajo, elige un televisor grande que te cagas...". Yo he elegido un tema.

La última vez prometí una visión complementaria, pero se me fue la pinza y acabé teorizando sobre los periodistas de medio pelo, así que hoy no prometo nada, que los antecedentes no están de mi parte, pero a ver que se puede hacer.

A veces te sientes escocés (o al menos identificado). Puede que te encuentres en el lado ventajoso de la vida, pero eso no te convierte en un trepa. Puede que te guste ver obras de arte, pero no te cuelas en los museos. Puede, en definitiva, que seas el colega negro del "prota" blanco, y sabes que estás sentenciado: morirás hacia la mitad de la película (no nos engañemos, sólo estabas ahí para rellenar) o saldrás jodido pero vivo, para hacer el chistecito mientras la pareja blanca se da un garbeo hacia el castillo, que las perdices están enfriándose. Maldita la gracia que te hace, pero el papel lo repartieron hace tiempo y no siempre puedes cambiarlo, pero lo de quejarte sólo te lo quitarán arrancándote la lengua.

Decía Tom Cruise en Magnolia: "No pediré disculpas por lo que soy...". No sé qué era él (puede que sí, pero aquí no toca), pero sí tengo una idea bastante aproximada de lo que soy yo, y estoy un poco cansado de tener que llevar un cartel con disculpas en la frente y otro que ponga "Calzonazos" a la espalda. Creo que a nadie le gusta pagar por lo que no ha roto, e incluso puede no hacerlo con la cabeza bien alta, pero es una putada ver que todo el mundo a tu alrededor enarbola una factura y te mira esperando que te rasques la cartera.

El testamento de mi padre y de mi abuelo no es que yo pague sus deudas. No sé económicamente, pero moralmete sus deudas mueren con ellos, que ya bastante peso tengo con las mías. Cicatrices las tenemos todos, y a vosotros no os duelen las mías, así que no jodamos... Soy yo el que cada mañana tiene que mirar en el espejo a ver si lo que encuentra le gusta y soy yo el que incluso en el peor día se tiene que decidir tirar para adelante. Soy yo el que ha lleva una mirada de odio marcada a fuego y palabras lacerantes en los oídos y también soy yo el que antes que eso tuvo que vivir con el vacío. Hay campos, guerras y batallas, y tengo muy claro en cuáles he recibido más de lo que he repartido. Me han reventado la otra mejilla cuando la primera ya no podía aguantar más y me han escupido a los pies. Me han despreciado y me han amado. He entregado mucho a cambio de nada para ver como las ofrendas se las llevaba el viento, como el ladrón gana más que el honrado y que luego te llamen ladrón por encontrarte una moneda.

No, no pediré disculpas por lo que soy, sobre todo porque sé lo que soy mejor que la mayoría de los que intentan juzgarme. Creo que hasta que me muera seguiré siendo capaz de enarmorarme tres veces al día y cada vez advertiré un detalle que se me pasó la anterior. Esto no me hace mejor que nadie y espero que tampoco peor. No menosprecio la habilidad, la inteligencia o las intenciones de nadie por raza o por sexo, y quien crea que eso es poco, que lo piense con calma.

He sido bueno y malo, cruel y compasivo, pero intentaré no volver a ser tonto. Así que no, camarero, esta vez no invito yo, ni vamos a escote. Que cada uno pague lo que se haya tomado o lo que se haya roto, y si a alguien no le alcanza el bolsillo ya hablaremos, pero primero que se lo rasque.

Hoy os queda esto aquí, y cada uno que lo lea como quiera. Yo sé lo que pensaba, aunque a saber qué es lo que he dicho. Si tenéis algo que decir, habláis con mi representante, y si no coge el teléfono, ya sabéis a donde dirigiros. Sí amigos, es una mierda ser escocés, pero Escocia, como hacienda, somos todos, así que no echéis la boca a paseo si no sabéis a dónde va, y la próxima vez, pensad que a lo mejor no sois Escocia, que igual sois Inglaterra, o si sois Escocia, pensad que hay sitios más jodidos por el mundo.

Para variar me he dado una vuelta por las ramas y me he dejado el tintero cargadito, así que espero que en otra ocasión pueda irlo aligerando un poco.

Ya sabéis, si parece una gaita y suena como una gaita, puede que estéis en Galicia (no todo es Escocia en este mundo). Agua y sombra, amigos míos.

jueves, marzo 09, 2006

Por el mar corren las liebres...

Lo que son las cosas, anteayer quejándome de que no recordaba lo que quería escribir y hoy que no sé por dónde empezar.

Digamos que la columna de hoy está motivada en gran medida por una nueva genialidad en Noe's World. Me parece un artículo acertado y con ese punto de mala baba que distingue los mejores de su autora, pero por asociación de ideas me han venido unos cuantos conceptillos a la cabeza que no puedo dejar de comentar (llamémosle visión complementaria).

Lo que me ha recordado este artículo es el falseamiento estadístico que se hace alegremente de los datos en todos los medios de comunicación, y cómo una vez más no importa la exactitud de la información, sino excitar al personal (en el mal sentido). A esto, queridos alumnos (si me lo permitís, y si no menudo problema) se le llama sensacionalismo, y a fuerza de insistencia acaba calando en cualquiera que esté expuesto a él. Por ejemplo, en las últimas semanas he oído y leído hasta la saciedad que las mujeres en España cobran un 40% menos que los hombres. Así como suena. Es un dato horrible, y me jugaría mi recién resucitado disco duro a que es cierto o muy cercano a la realidad. Pero analicemos lo que significa:
Lo que se dice aquí es que tomadas dos muestras, una de hombres y otra de mujeres, se haya la media de los sueldos de cada grupo (suma de los sueldos divididas entre el total de personas) y de esto obtenemos la media del grupo de hombres es un 40% superior a la del de mujeres. Suponemos, para evitar complicaciones, que el análisis estadístico está bien hecho (estoy cuestionando la profesionalidad de los periodistas, no de los estadísticos). En ese caso, podemos generalizar que la media de lo que ganan las mujeres españolas es, efectivamente, un 40% menos que la de los hombres. Este dato evidencia que aún hay muchas cosas que deben cambiar y se deben mejorar, pero hay una cosa que NO evidencia en absoluto: las mujeres NO ganan un 40% menos por el mismo trabajo, sino de media en todos los trabajos. La diferencia puede llegar a ser sutil, pero está ahí.
Las explicaciones para esa diferencia en los números son:
  1. En general, las mujeres sí suelen ganar menos por el mismo trabajo (no lo entenderé en la vida, pero por lo visto hay esa manía), aunque no el susodicho 40% si tenemos en cuenta los datos siguientes.
  2. En los puestos directivos hay muchas menos mujeres que hombres (otra gran tontería), lo que viene a ser que en los puestos en los que más se gana hay menos mujeres.
  3. Hay muchos puestos de ingresos bajos "reservados" a mujeres porque tradicionalmente desempeñaban esa tarea, como pueden ser limpiar, cuidar niños, cajeras... Hay hombres en esos puestos, pero que yo sepa, en España hay muchas más mujeres que hombres en esos puestos.
  4. Hay muchas más amas de casa que amos de casa, cuyo sueldo viene a ser 0 euros al mes con una paga extra de 0 euros en Navidad.
Si nos fijamos, todos estos factores tiran de la media del sueldo de las mujeres hacia abajo como una piedra al cuello, pero son los factores 2, 3 y 4 los que más pesan con diferencia. Repasemos: las mujeres cobran un 40% menos y cobran menos por el mismo puesto pero NO cobran, de media, un 40% menos en el mismo puesto.

¿Quiere esto decir que las mujeres no lo tienen jodido? NO, NO y NO. Creo que todavía no soy tan imbécil como para llegar a decir semejante tontería. Lo que sí demuestra este breve análisis es lo mucho que gusta a los periodistas (y la duda me corroe sobre si ponerles o no comillas) falsear datos para lograr un titular de impacto, y el peligro que tienen semejantes irresponsables a la hora de ir soltando mierda en nuestro subconsciente. Luego te tropiezas con una gran falacia (y aquí hablo sobre cualquier tema) y puedes acabar por aceptarla porque "te suena". Así se jode, querida audiencia, a la opinión pública. Así se la manipula y no con códigos secretos en el fondo de la caja de palomitas.

He tomado como ejemplo ese dato porque lo tenía reciente, pero es aplicable a cada información que se transmite en la prensa, aunque parecen tener cierto gustillo por las estadísticas. Frente a semejantes "profesionales" (aquí sí se han ganado las comillas) de la "información" (aquí tampoco vienen mal), sólo queda una saludable dosis de escepticismos y un poco de pensamiento crítico como defensa (mejor filtrar un poco que nada). Y todavía quieren quitar la asignatura de filosofía... Pero en esto no voy a entrar porque tendría material para una o dos columnas más. Ya le tocará.

Eso sí, me veo obligado añadir, por si los malentendidos, que la única relación del post de Noe y éste es que el suyo me ha recordado el tema. No dejéis de leerlo, sencillamente genial (como el citroen ZX, ¿o era el AX?).

Hablando de filosofía, dos libros recomendados: "Más Platón y menos Prozac" habla muy poco de filosofía para mi gusto, pero da alguna explicación interesante de por qué la filosofía puede ser útil en el mundo actual y "El mundo de Sofía", una interesante introducción a la historia de la filosofía en forma de novela extraña. Al final desvaría un poco pero en general está bien. Que la metafísica os acompañe.

martes, marzo 07, 2006

Cobayas que no duermen y médicos con piloto automático

Llevo varios días con ganas de escribir pero sin encontrar el momento, y ahora que me pongo me he quedado en blanco. Corolario: voy a escribir sobre lo primero que se me pase por la cabeza, y como estoy delante de la ventana, llueve y suenan Dire Straits. a saber lo que me sale... Avisados estáis.

Una cosa que me pone de los nervios de mí mismo es la facilidad que tengo para escurrir el bulto de lo que quiero hacer, lo cual es una soberana putada. No sé si os pasa alguna vez, pero en mi caso se traduce en que puedo pasarme una tarde entera (o más) haciendo algo que no me apetece en lugar de lo que quiero hacer o lo que debo hacer (sí, a veces puedo ser así de idiota). Así, en gran parte no he escrito antes (ergo he olvidado lo que quería escribir) por vago.

La semana que va (o los últimios diez días) van camino de entrar en mi ranking de temporadas extrañas de mi vida. Tengo constantemente la sensación de que me he equivocado de película, que los personajes me suenan pero que el argumento se me ha torcido (algo así como toda la gente que fue a ver "El bosque" pensando que era de terror) y, para colmo de males, se me está alterando completamente el sueño. Duermo demasiado (o al menos para mi lo es) y me levanto como si el día anterior hubiese corrido la maratón.

Respecto a dormir, quiero aprovechar esta oportunidad para hablar sobre dormir en compañía (y en según que compañía). Cualquiera que lea esto tendrá mucho que decir sobre ronquidos, codazos, guerras por las mantas y demás incidentes del lecho compartido, pero prefiero que mi compañera de cama sea luchadora muay thai antes que dormir solo. La cama más pequeña se hace enorme, y por calentito y a gusto que te encuentres eso no es un hogar ni es nada (supongo que cambiaré de opinión cuando llegue el verano).

Visto que me empiezo a ir por los cerros de Úbeda, pasaré a comentar que si hay algún hipocondríaco adicto a las vacunas leyendo estas líneas, se pase por la facultad de Sociología de A Coruña estos días, seguro que lo pinchan antes de darle el buenos días. Me explico: hoy he ido a ponerme la famosa vacuna contra la meningitis (aunque estoy convencido de que mi neurona o es inmune o vive en empanada mental continua) aprovechando que pasan por la universidad con una campaña de vacunación en masa (soy vago hasta para eso). El único dato que te piden para vacunarte, el ÚNICO, es la edad: no necesitas ni cartilla, ni DNI, ni dejar tu nombre ni nada. De hecho ni la edad te piden: llegas, te pinchan y cuando te han metido la aguja hasta la médula te preguntan la edad. Supongo que si nuestro querido amigo anónimo, hipocondríaco y adicto a los pinchazos tiene más de treinta y tantos tacos o va más de cinco veces al día puede resultar sospechoso, pero si sabe tomárselo con calma puede conseguir que lo agujereen unas tres veces al día durante el tiempo que dure la campaña (estimación a bote pronto, sin rigor científico). Calculando que a todo el mundo que conozco se le ha hinchado la zona del pinchazo (yo aún no he podido comprobarlo, y además todo el mundo sabe que tengo factor curativo), nuestro anónimo cobaya puede acabar con una reacción de tres pares de <órgano sexual preferido en plural>. No sé si un shock anafiláctico es lo que procede en estos casos, pero con semejante nivel de filtrado de las víctimas, me extraña que no haya algún universitario por el campus que se desplome y empiece a soltar espuma por la boca.

Si alguien tiene algún buen consejo sobre normalización de horarios, que lo envíe, que está en juego el "II Chocapic de Oro" en la historia de este blog. He de aclarar que de oro, lo que se dice de oro, en realidad no va a ser. Tenía pensado entregarlo al natural, pero si a alguien le hace ilusión, todavía me queda pintura dorada de carnaval... (ojo, no os lo comáis, niños). Como ya me parece estar oyendo a Noe reclamar su chocapic, aclarar que son simbólicos, pero que al llegar a tres, vale por una tarta de queso (y si con eso no se contenta voy a tener que coger el spray dorado...).

Como así a lo tonto me estoy metiendo en camisas de once varas, lo dejo hasta la próxima. Pronto pondré la lista de nominados, hasta entonces "Que la vacuna os proteja" (si lo dijera Alec Guinness acojonaría).