sábado, febrero 11, 2006

Si Sansón tuviese que pasar por caja

Supongo que todos conocéis esas promociones que salen en las películas del estilo de "¡¡¡¡Enhorabuena!!!! ¡Es usted nuestro cliente un millón!", y entonces al tipo le regalan un viaje, la compra gratis o un globito, que siempre queda bien. Todo eso mola mucho, y tal, pero... ¿alguna vez os habéis preguntado cómo se sienten el 999.999 y el 1.000.001 cuando lo oyen? Seguro que se les queda cara de gilipollas o de ahí pa arriba, pensando "¡Mierda!, si llego a pararme a pillar los tomates..." o "¡Perra suerte! Si no se me hubiera colado la vieja en la carnicería...". Pues eso mismo, pero en plan cutre-que-te-cagas me pasó a mí ayer, aunque no por cutre jode menos.
Ayer me pegó por ir a cortarme el pelo. Aunque me cae a desmano, me gusta ir a esa peluquería por varios motivos:
  1. Es todo personal femenino. Alguno pensará que esto no importa mucho, pero personalmente no soporto que mi peluquero (el otro al que voy cuando no estoy en la ciudad) discuta sobre fútbol airadamente mientras mira hacia su interlocutor y sigue pegando tijeretazos peligrosamente cerca de mi cabeza (a veces temo por mis orejas). En lugar de eso, estas amables peluqueras son todo amabilidad y sonrisas, y los que me conocen saben que tengo debilidad por las sonrisas femeninas...
  2. Me lavan la cabeza antes y después de cortar el pelo. Por si alguno de vosotros no ha probado, os diré que es una gozada el masajillo que pueden dar unas manos expertas mientras te enjabonan y te aclaran. Siempre salgo de allí de buen humor.
  3. Cortan el pelo razonablemente bien, es decir, deciden dejar las escaleras para los albañiles, lo que para mí es como si me dejasen como al Beckham, o mejor.
  4. Y por último y más importante, todo ello por el módico precio de 5.90 €.
Total, que estaba yo alegre como unas castañuelas ante la perspectiva de dejarme allí parte de mi mata. Llegué y una simpática moza, con piercings en la nariz y las orejas y unas llamativas mechas rojas me atiende en un santiamén. Todo se desarrollaba según los cauces normales (es decir, yo hacía de maniquí mientras la chica se aplicaba, que no veáis como me sale la estatua) y notaba yo cómo me iba relajando y se me iba el mal cuerpo de los exámenes. Después del segundo lavado de cabeza se podía decir que me debía encontrar entre las personas más contentas de este mundo... Y llegó el momento de pasar por caja. Me acerco echando mano al bolsillo y me dicen "Son 9.50". Sabedor de que eso es casi un precio estándar (incluso barato) en este mundillo, agarré de billete y procedí a pagar, pero mi curiosidad me pudo y comenté "¡Vaya! Ha subido, ¿no?". Entonces la amable señorita me explicó que no, que el precio de 5.90 era de lunes a jueves, y que los viernes y sábados, 9.50, y menos mal que los domingos no abren, que si no toca el riñón izquierdo...
Ya sé que no es mucha pasta, y tampoco llegó a aguarme la fiesta, pero me quedé con el cuerpo cambiado con el cliente 1.000.001: "¿Por qué coño no vendría ayer en lugar de estar toda la tarde rascándomela?". Vale, no será mucha pasta, pero es más del 50% de diferencia, y aún por encima te quedas con la cara de gilipollas más auténtica que te puedas encontrar.
En fin, lección aprendida. La próxima vez que me vaya a cortar el pelo, consultaré el calendario, mi horóscopo, las fases lunares, los huesos y las runas y, además, puede que pregunte al entrar. Me ahorraré sorpresas.
Por último, reseñar, por si no os habéis dado cuenta, que la sección de comentarios ha sido oficialmente desvirgada, por lo que toca repartir el primer chocapic en la historia de este blog, y la ganadora es... ¡¡¡Noe!!! Hala, no sé a qué esperáis para daros una vuelta por su blog en premio, que está de lo más interesante (ver sección de links).
Para ir poniéndoos los dientes largos, os diré que he logrado domar el tigre con éxito, y puede que incluso os lo cuente en un próximo post, aunque temo ponerme demasiado técnico...
Hala, pasáoslo bien y no seáis demasiado buenos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Pues si vieras la cara que se me quedó a mi cuando pedí que me cortaran las puntas y me cobraron...28 euros!!! Y me dijeron que me estaban haciendo descuento por ser menor de 25! ahí va la ostia!!!
Por cierto, no me tienes que hacer la publicidad, pero los chocapises me los mandas si o sí que mi cerebro necesita glúcidos.